Petróleo post Doha: mala noticia para los hedge funds, buena noticia para la renta variable

crudo

El mercado había puesto muchas expectativas en la cumbre entre miembros de la OPEP y otros países exportadores de petróleo celebrada este fin de semana en Doha, con la clamorosa ausencia de Irán. Buena prueba de ello es que el crudo llegó a superar la semana pasada los 40 dólares el barril tanto en el caso del Brent (de referencia en Europa) como en el caso del WTI (de referencia en EE.UU.). Ante el fracaso de las negociaciones, ambas referencias volvían a teñir el parqué de rojo, con caídas superiores al 2,5% en ambos casos que llevaron al WTI a perder el nivel de los 40 dólares.  

Los hedge funds han sido los principales damnificados de la ausencia de un acuerdo para congelar la producción. Según Bloomberg, las posiciones largas en futuros y opciones sobre el WTI y el Brent se habían incrementado espectacularmente en los últimos dos meses, y probablemente parte de las ventas de ayer se explicasen por el cierre de posiciones. Sin embargo, esta mala noticia no se contagió a la renta variable: los principales índices de EE.UU. y Europa se mantuvieron prácticamente planos en la sesión de ayer (no fue el caso del Nikkei, que se desplomó un 3,4%).

Grosso modo, toda subida o bajada de un dólar en el precio del petróleo ha generado una ganancia o pérdida de aproximadamente el 1% en los mercados de valores. El petróleo ha fluctuado en una banda de unos 15 dólares desde que comenzó el año y, consiguientemente, las subidas y bajadas de los mercados de valores se han mantenido dentro del 15%. Pero si tenemos en cuenta los datos históricos, resulta evidente que esta correlación de un dólar-uno por ciento está abocada a disiparse de cara al futuro”, afirma Lukas Daalder, Director de Inversión de Robeco Investment Solutions.

Para el representante de Robeco, este comportamiento se debe a que los mercados ya no son tan sensibles a las oscilaciones del crudo: “No decimos que el precio del petróleo ya no sea importante; sencillamente planteamos la cuestión de si su relevancia va a ser tan decisiva como antes, con independencia de la evolución futura de sus precios”.  “Claramente, cuando surge una nueva situación que el mercado no espera, su efecto es significativo: los riesgos no se reflejan en los precios, y a menudo no se dispone de información suficiente”, explica el experto. Éste pone un ejemplo real: “Cuando el petróleo se situaba en 70 dólares, casi nadie preveía (o invertía con vistas a) la posibilidad de que bajara hasta los 50 dólares; cuando había llegado a la cota de los 30 dólares, los principales bancos de inversión publicaban informes de análisis diciendo que no podía descartarse que llegaran a los 20 dólares”.

Daalder considera que actualmente “el perfil de riesgo del mercado se encuentra distribuido de forma más regular, lo que supone que las repercusiones posteriores ya no dependen de un solo factor”. Además, muchos inversores han tenido tiempo para buscar protección. “Los mercados ya no se ven perjudicados directamente por posteriores bajadas; de hecho, algunos partícipes del mercado incluso pueden beneficiarse de ellas”, concluye.

Para el experto, la gran lección del último año y medio es que “no hay que intentar hacer predicciones exactas, ya que el mercado del petróleo se ha vuelto imposible de predecir”. La visión a la que asigna más probabilidades Robeco es que “el petróleo oscile en una banda de precios amplia, con una ligera tendencia al alza respecto de su nivel actual a medida que avance el tiempo”. Para Daalder, supondría la confirmación de que “la influencia del petróleo como gran factor de mercado está abocada a diluirse con el paso del tiempo.”

Desde M&G Investments, el gestor Wolfgang Bauer ofrece una reflexión similar: “No hay duda de que la industria petrolífera ha vivido días mejores. A las preocupaciones actuales sobre los niveles de precios entre 30 y 40 dólares el barril se añaden los interrogantes sobre la viabilidad del modelo de negocio del conjunto de la industria en el largo plazo”.

Para Bauer, son ejemplo de esta pérdida de influencia dos movimientos recientes de la dinastía Rockefeller y de Arabia Saudí. Por un lado, el fondo creado por la familia Rockefeller para gestionar su colosal fortuna –basada en parte en la petrolera Standard Oil- anunció recientemente que dejaría de invertir en Exxon Mobil y otras firmas ligadas a combustibles fósiles, afirmando que tenía “poco sentido, financiera o éticamente, seguir invirtiendo en estas compañías”. Arabia Saudí ha anunciado la creación de un fondo de inversión dotado con dos billones de dólares con la misión de canalizar inversiones que reduzcan la dependencia del crudo. Además, el país planea reducir los subsidios en sectores clave – como la electricidad- para compensar la caída de ingresos de la venta de petróleo.

¿Qué puede pasar en los próximos meses?

Según James Butterfill, responsable de análisis y estrategia de inversión de ETF Securities, detrás del fracaso de esta reunión – que concentraba a representantes del 60% de toda la producción mundial- se encuentra la rivalidad entre Irán y Arabia Saudí: “La acritud entre Irán y Arabia fue evidente, porque Irán ni siquiera asistió a la reunión. Los saudíes han incrementado su cuota de mercado a costa de la que perdió Irán cuando se le impusieron las sanciones, e Irán cree que es justo tener la oportunidad para recuperar esta cuota”.

El punto de vista de Butterfill es que “Arabia ha adoptado esa línea dura para proteger sus propios intereses”, dado que “sus costes fiscales de producción se encuentran en torno a los 100 dólares el barril, lo que va a empujar su equilibrio presupuestario al -19% del PIB en 2016, según el FMI”. Entre tanto, Irán ha incrementado su producción entre diciembre y marzo desde 2,88 millones de barriles al día hasta 3,29 millones. “En el corto plazo, creemos que es improbable que la producción en Irán se incremente sustancialmente porque la producción está cerca de su potencial máximo con las infraestructuras actuales”, afirma el experto. Su otra predicción es que “es improbable que se acuerde la congelación de la producción” en la próxima reunión de la OPEP, programada para el 2 de junio.