"La deuda emergente en moneda local podría generar rentabilidades de dos dígitos en 2016”

cbb841448b7fa484

Tras varios años difíciles en los que los mercados emergentes han sufrido fuertes salidas de flujos como consecuencia de los temores sobre el impacto de las potenciales subidas de tipos de la Reserva Federal –que finalmente no se materializaron hasta diciembre de 2015–, el miedo a un brusco desplome de la economía china y las mejores perspectivas de crecimiento de los mercados desarrollados, los inversores empiezan a plantearse si ha llegado el momento de regresar a estos mercados.

Para Pablo Goldberg, estratega sénior y gestor de carteras en el equipo de deuda de mercados emergentes de BlackRock, la respuesta es claramente afirmativa, sobre todo teniendo en cuenta que “los inversores mundiales siguen infrainvertidos en deuda de mercados emergentes” que, sin embargo, “representa uno de los pocos segmentos de la renta fija global que ofrece rentabilidad en el entorno actual”.

Como apunta el estratega, los principales riesgos negativos para los mercados emergentes en 2016 –debilitamiento del crecimiento estadounidense y rumores de recesión, nuevas caídas del precio del petróleo e inestabilidad en China– se produjeron en las primeras semanas del año, “por lo que creemos que la situación mejorará a partir de ahora y que podríamos obtener rentabilidades de dos cifras en los mercados locales”.

Entre los factores que respaldan esta visión positiva para las perspectivas de los emergentes están el potencial acuerdo de los principales países productores de petróleo para limitar la producción –“un cambio importante que ha permitido la estabilización del mercado”–, los buenos datos económicos de Estados Unidos –“que refuerzan la confianza en una evolución favorable de las variables”– y la postura acomodaticia que mantienen los bancos centrales del mundo, incluido el de China, “que ahora se siente más cómodo con los niveles en los que se mueve el tipo de cambio del renminbi”.

El experto destaca además que “tras años de desaceleración de los mercados emergentes, empezamos a ver no solo una estabilización, sino también una aceleración del crecimiento impulsada, principalmente, por una recuperación de China y mejores expectativas de exportación”. Así, el equipo cree que incluso aquellos países que han sufrido grandes recesiones recientemente, como Rusia o Brasil, deberían rebotar en 2016. Esto les ha llevado a incrementar el riesgo de mercados locales en las carteras de los fondos de deuda emergente y a contar con más activos en moneda local, además de “llevar la beta por encima de uno después de tres años de posicionamiento defensivo”.

Aún así, Goldberg identifica dos grandes riesgos para la clase de activo en 2016: la fuerte y persistente salida de capitales de China y un repunte importante de la inflación en Estados Unidos que se traduzca en subidas de tipos más agresivas de lo que prevé el mercado, sobre todo si vienen acompañadas de nuevas apreciaciones del dólar sin que se produzca una mejora de los fundamentales de mercados emergentes.

Cuatro estrategias

BlackRock reforzó en 2012 su equipo de deuda de mercados con la incorporación de Sergio Trigo, Michal Wozniak, Laurent Develay y Michel Aubenas –procedentes de Fisher Francis Trees & Watts, una filial de BNP Paribas– y en 2014 con la llegada de Pablo Goldberg desde HSBC. El gigante estadounidense ofrece al inversor español cuatro estrategias diferenciadas para invertir en deuda de mercados emergentes que, no obstante, siguen el mismo proceso de inversión.

El BGF EM Bond Fund, fondo con cuatro estrellas Morningstar que cuenta además con el sello de consistencia de Fund People, y el BGF EM Local Currency Bond Fund invierten principalmente en deuda soberana y de agencias gubernamentales, aunque también pueden invertir en deuda corporativa de empresas domiciliadas, o que ejercen la mayor parte de su actividad económica, en mercados emergentes. Estos fondos se comparan con un índice de referencia (el JPM EMBI Global Diversified Index y el JPM GBI-EM Global Diversified Index, respectivamente), puesto que su objetivo de rentabilidad consiste en superar al índice en 200 puntos básicos. El primero invierte en deuda emitida en dólares, por lo que se elimina el riesgo divisa, mientras que el segundo invierte en bonos emitidos en moneda local y gestiona de forma flexible su exposición a divisas.

El BSF EM Flexi Dynamic Bond Fund, por su parte, es un fondo flexible de retorno total no referenciado a ningún índice que puede invertir indistintamente en instrumentos de deuda emitidos en dólares o en moneda local de mercados emergentes y que puede adoptar tanto posiciones largas como cortas, mientras que el BGF EM Corporate Bond Fund concentra al menos un 70% de sus activos en títulos de renta fija corporativa emergente emitidos en dólares.

Con respecto a la distribución por clase de activo, Golberg explica que estos fondos “no tienen un objetivo en cuanto a calificaciones crediticias pero, por lo general, la calificación de los bonos en moneda local suele ser más alta que en dólares porque los bancos centrales de mercados emergentes retienen la capacidad para emitir moneda que garantice el servicio de la deuda”.

Ahora mismo, el equipo ve más valor en los bonos emitidos en moneda local frente a la deuda extranjera porque ofrecen un cupón más alto y porque “creemos que las divisas de mercados emergentes se comportarán mejor a partir de ahora, tras la devaluación sufrida en los últimos tres años”. Dentro de la deuda extranjera, se decantan por el high yield frente al grado de inversión, puesto que los mayores diferenciales contribuirán a amortiguar el impacto las subidas de tipos en Estados Unidos. No obstante, los diferenciales de los bonos, tanto en moneda local como los de mayor calidad en divisa extranjera, han alcanzado niveles que históricamente han representado un buen punto de entrada para los inversores.