Mucho cuidado con los caballos de Troya

Así las cosas, resulta interesante reparar en el discurso que empieza a llegar desde Alemania. Wolfgang Schäuble, Ministro de Finanzas alemán, no cree que Grecia pueda sacar adelante su programa de austeridad. Puede que tenga razón si tenemos en cuenta que la economía helena se contrajo un 7% interanual en el último trimestre de 2011.

Curiosamente, la ficha negociadora de Grecia en todo este proceso (que su quiebra tendría consecuencias “como las de Lehman, pero peor”) ha perdido fuerza debido a la mayor fortaleza que los mercados bursátiles exhiben en la actualidad. Esto ha envalentonado a los políticos europeos, que instan ahora a Grecia a aprobar un nuevo paquete de medidas de austeridad por valor de 3.300 millones de euros. Asimismo, la Operación de Refinanciación a Largo Plazo, por la que el Banco Central Europeo ofrece a los bancos financiación asequible a tres años, no sólo ha eliminado parte del riesgo de evento catastrófico de una eventual crisis de financiación bancaria, sino que incluso podría servir para apuntalar al sector bancario en caso de producirse la quiebra desordenada de Grecia. Otras voces ponen de ejemplo a Islandia, que tras quebrar parece haber enderezado ya el rumbo, para argumentar que Grecia podría tener más probabilidades de recuperarse encajando el golpe ahora.

Con todo, y dado el enorme capital político que se ha invertido en el proyecto del euro, conviene no subestimar el compromiso de la clase política europea con la salvación de la moneda única. También pesa en el ambiente la amenaza de que se produzca un desastre en el mercado de seguros contra el riesgo de impago (CDS), si la quiebra de Grecia se define como un evento de crédito, lo que obligaría al desembolso de sumas multimillonarias. En palabras del historiador griego Herodoto, “muy pocas cosas ocurren en el momento adecuado, y el resto no ocurre nunca”. Los disturbios callejeros en Grecia y el creciente descontento que sus ciudadanos muestran por la clase política helena (y ésta por sus homólogos de la zona euro) indican que la paciencia de los griegos con los programas de austeridad económica podría agotarse antes de producirse la tan ansiada recuperación.

Si bien puede detectarse cierto valor en algunas empresas de mercados periféricos de la zona euro, lo cierto es que no tenemos por costumbre invertir en empresas muy castigadas. Tampoco nos inclinamos por invertir en bancos, salvo a muy corto plazo, mientras no se haya absorbido el exceso de apalancamiento y persista la crisis de deuda soberana.

En nuestras reuniones con los equipos directivos de empresas europeas percibimos a menudo un cierto abatimiento, si bien los ánimos están mejor entre aquellas que comercializan productos o servicios menos sensibles al ciclo económico. Es en momentos tan inciertos como el actual cuando más justificada está la inversión en valores de crecimiento estructural de calidad, sobre todo cuando pueden encontrarse buenas opciones a precios interesantes. Nos inclinamos especialmente por algunas empresas de calidad de mediana capitalización, como Symrise, un innovador fabricante internacional de saborizantes muy presente en los mercados emergentes, y Fuchs Petrolub, especialista en lubricantes con sede en Alemania, que presenta una alta exposición al crecimiento internacional y un sólido flujo de ingresos recurrentes. Este tipo de modelos de negocio debería continuar anotándose rentabilidades superiores a la media en el medio y largo plazo.

Richard Pease tiene 25 años de experiencia en inversiones y es ampliamente reconocido como uno de los más talentosos gestores de fondos europeos. Es el director de Acciones Europeas en Henderson Global Investors y el gestor de tanto el fondo Henderson Horizon European Growth (AAA by S&P), como del Henderson European Special Situations Fund (AA by OBSR).

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