Malos tiempos para los fondos de inversión

JoseMiguelMate_tressis2
Cedida

Los profesionales relacionados, de una manera más o menos directa, con la industria de los fondos de inversión estamos preocupados: llevamos casi dos años viendo cómo el patrimonio invertido y el número de partícipes descienden sistemáticamente. El número actual de partícipes y accionistas de IIC españolas ha pasado de los 10,3 millones a 7,2 millones en apenas esos dos años. El patrimonio, por su parte, ha pasado de más de 340 mil millones de euros a los algo más de 225 mil actuales.

¿Es esto normal? ¿Dónde está el problema de los fondos de inversión? ¿Qué ha pasado para que un producto que hasta ahora gozaba de la confianza de los ahorradores esté tan de capa caída?.

Vayamos por partes. Desde mi punto de vista, el fondo de inversión sigue siendo el instrumento ideal para canalizar el ahorro de los particulares a medio y largo plazo. A los tradicionales argumentos “comerciales” (diversificación de riesgos, gestión profesional, menores costes), se unen los argumentos fiscales (es el único instrumento que permite diferir el pago de impuestos gracias al método de los traspasos) y, hoy en día con especial relevancia, el argumento de la seguridad (los fondos de inversión están fuera del balance de las entidades que los gestionan o comercializan y tienen mecanismos de protección al partícipe únicos).

Por tanto, si las causas de esta caída del patrimonio no hay que buscarla en la naturaleza del producto, ¿qué es lo que ha provocado esta salida de patrimonio tan espectacular?. En mi opinión estas son las causas:

- Cambio de estrategia comercial de las entidades financieras

- Caída de la rentabilidad y huída del riesgo

- Pérdida de confianza en los gestores

- Mala venta y falta de asesoramiento a los ahorradores

La necesidad de fortalecer el balance de las principales entidades comercializadoras de IIC en nuestro país ha provocado un cambio radical en su estrategia comercial. Una vez más, el conflicto de interés se ha puesto de manifiesto a la hora de comercializar productos financieros. El interés de la entidad financiera se ha puesto por delante del interés del ahorrador. Es verdad que se han ofrecido rentabilidades atractivas a plazos más o menos cortos. ¡Sólo faltaba!, pero también es verdad que no se han tenido en cuenta ni las necesidades de los clientes, ni su fiscalidad ni, en muchas ocasiones, su apetito por el riesgo. Las propias redes se han convertido en los principales enemigos de las gestoras internas...y ¡no digamos de las externas!. “Depósito a costa de fondos” ha sido la consigna de las entidades en los últimos meses.

La segunda razón, la caída de las rentabilidades obtenidas en los dos últimos años, y la huída del riesgo, ha jugado también un importante papel. No obstante, no creo que esta situación hubiera sido clave de no ser por la primera de las causas: siempre existe la posibilidad de traspasar hacia fondos de menor riesgo (Renta Fija a corto plazo, por ejemplo). Como prueba, la rentabilidad ponderada de las IIC en los últimos 12 meses fue de un –3,7%, es decir, muy alejada de las caídas de los principales índices bursátiles.

Sin embargo, aún hoy en día me encuentro clientes que tienden a asemejar fondo de inversión con alto riesgo. Esto me lleva a pensar en la mala venta de estos productos como una de las principales causas de los males que actualmente afectan al sector. No es que los comerciales de las entidades que “colocan” estos productos no conozcan sus cualidades ni su naturaleza. Me consta que la formación de las redes es cada vez mayor. El problema es que no asesoran a sus clientes. Los productos, una vez más, se venden no en interés del ahorrador, sino en interés de la gestora o entidad comercializadora. Mayores comisiones, campañas comerciales, obsesión por la gama y por el ranking... han sustituido al interés del cliente, sus necesidades, sus objetivos, su grado de aversión al riesgo.

Por último, sería absurdo negar que las circunstancias que han rodeado a las IIC en los últimos meses han provocado una importante pérdida de credibilidad y de confianza en la industria. Desde la pérdida de valor de los fondos monetarios dinámicos hasta el último episodio, el cierre del fondo inmobiliario de Santander, pasando por el escándalo Madoff han puesto en entredicho al sector. El problema es que, una vez más, no es el producto el que debe cuestionarse, sino el uso que los gestores han hecho de este producto...

Es obvio que el panorama que hemos dibujado es complicado para los fondos de inversión. Sin embargo, si estamos de acuerdo en que es el producto más beneficioso para el ahorrador, no podemos dejar que estas circunstancias terminen por perjudicarle. No existen recetas mágicas, pero debemos trabajar para recuperar la confianza en su propio beneficio. El fondo de inversión debe ser el núcleo central alrededor del cual se estructure el patrimonio de los ahorradores a medio y largo plazo.

La tan manida frase de “vuelta a lo básico” aplica perfectamente a esta industria. Me permito hacer algunas reflexiones sobre el destino de nuestra industria, diferenciando dos mundos que no siempre han estado separados, la gestión y el asesoramiento.

Con respecto a la gestión:

- Los gestores tienen que centrarse en lo que saben hacer: gestionar

- La especialización es necesaria: nadie sabe hacerlo todo bien

- Racionalización de gamas de productos: no hace falta tener “de todo”, céntrate en lo que sabes hacer bien

Pensamos que el proceso de concentración iniciado en la industria va a ser la tónica dominante en los próximos meses. Ante esta situación los gestores tienen que decidir cómo quieren posicionarse: generalistas o especialistas.

Con respecto al asesoramiento:

- Una cosa es gestionar fondos y otra, muy distinta, es gestionar patrimonios: el cliente necesita asesoramiento sobre la visión global de su cartera y sobre los distintos productos

- Hay que evitar a toda costa el conflicto de interés: es muy difícil ser juez y parte

- Hay que conocer los productos y los gestores: el asesor debe tener recursos y acceso a los gestores de primera mano

Por estos motivos, pensamos que la arquitectura abierta, en su sentido más amplio, vivirá una etapa de oro en los próximos años. Desde el punto de vista del asesoramiento este concepto incluye la posibilidad de invertir en productos de distintas entidades, trabajar con distintas entidades y, con mucha probabilidad, permitirá el cobro por asesoramiento, una práctica que en España no ha cuajado hasta la fecha por la creencia generalizada de que las propias redes bancarias ya daban ese asesoramiento (sin cobrarlo). Confiamos en que la experiencia de estos últimos años sirva para que los ahorradores se den cuenta de que el asesoramiento es imprescindible para gestionar adecuadamente su patrimonio.