Latam de dos velocidades

A lo largo de los últimos cinco años, los denominados BRICS fueron los motores del crecimiento global, mientras las economías desarrolladas se encontraban inmersas en una profunda crisis. Como consecuencia de ésta y la consiguiente respuesta por parte de los bancos centrales en USA, Europa y Japón, se realizaron -y se siguen realizando- masivas compras de bonos con el ánimo de reducir a mínimos los tipos de interés, lo que supondría grandes inflows de dinero hacia los países emergentes que, lógicamente, ofrecían retornos mas altos.

Actualmente, y con el programa de reducción de compra de activos (tappering) por parte de la FED, la tendencia se está revirtiendo, ¨huyendo¨ mucho de dichas economías. Entre los países con mayores fugas de capital se encuentran Brasil, Sudáfrica, India, Turquía y la mayoría de los denominados tigres asiáticos. Todos estos países tienen una serie de denominadores comunes, tales como una excesiva deuda y unas balanzas comerciales y fiscales claramente deficitarias.

El comportamiento de países como México, Filipinas y Polonia, por otro lado, ha sido claramente contrario, optando sus gobiernos por unos niveles de deuda más moderados, así como unas balanzas comerciales más equilibradas. Estos países, a diferencia de los anteriores, tienen unas mayores exportaciones destinadas a productos manufacturados y una clara menor exposición a materias primas. Sus déficits comerciales son relativamente pequeños y se pueden fácilmente financiar mediante inversión extranjera a largo plazo.

Centrándonos en Latam, Brasil experimentó un boom económico en gran medida por la venta de materia primas a China, creciendo a un ritmo promedio anual del 3,6% durante los últimos 10 años, con un pico del 7,5% en 2010 y el consiguiente fortalecimiento del real brasileño de manera espectacular, a la par que una inflación que crecía año tras año.

Por otro lado, México promedió un crecimiento del 2,6% durante la última década, con una ligera depreciación de su divisa durante dicho periodo. Su excesiva dependencia de USA pasó factura durante la crisis, y el país se vio obligado a afrontar grandes problemas sociales (narcotráfico y educación principalmente), lidiar con un sistema tributario caótico y leyes que prohibían la inversión extranjera directa (actualmente en proceso de modificación), además de la imposibilidad para la mayoría de empresas de poder hacer sombra al poder de los grandes monopolios.

La situación, sin embargo, ha cambiado radicalmente en los últimos 2 años. El apetito por las materias primas por parte de China se ha reducido y Brasil ha sido de los principales perjudicados. El gobierno brasileño, optando por una política más estatista, redujo de manera significativa el crecimiento de muchas de sus empresas en el extranjero. La existencia de un crédito y endeudamiento fácil ha ido poco a poco reduciendo el crecimiento futuro y, el real brasileño, siendo intervenido por el BCB, ha sido una de las peores divisas desde 2012, junto con el Yen.

Por su lado, México hizo sus deberes intentando transformar su economía hacia un mayor dinamismo, a través del impulso de nuevas leyes laborales y amplias reformas en los sectores de energía y telecomunicaciones, así como en materia de educación. A pesar de unos datos de crecimiento por debajo de lo esperado durante el segundo trimestre, auguro un gran éxito en México si dichas reformas realmente se consolidan al mismo tiempo que USA acelera su recuperación. El proceso de modificación de la constitución para la entrada de inversión extranjera en PEMEX será clave para el futuro.

La caída en bolsa de la mayoría de los emergentes no ha sido ajena a los grandes fondos de inversión; de los cincuenta mayores fondos de acciones y deuda de países en desarrollo analizados por Morningstar, apenas dos de renta variable y ninguno de renta fija han registrado ganancias durante 2013. Los inversionistas han retirado dinero de estos fondos durante las últimas 15 semanas de acuerdo con el EPFR global.

Entre las principales gestoras de fondos de inversión a nivel mundial, con un total de activos bajo gestión de aproximadamente 200.000 millones, todas coinciden en seguir aprovechándose de lo que consideran caídas temporales en acciones, bonos y divisas de mercados emergentes, sobre todo en Rusia y México como principales motores emergentes.