Las nuevas ideas de Markowitz para la gestión de riesgos

Kamil Molendys, Unsplash

En 1952 Harry Markowitz definió las líneas maestras de la Teoría Moderna de Selección de Carteras, formulación que en 1959 plasmaría de manera más concisa en su obra maestra: 'Portfolio Selection'. Su aportación al mundo de la gestión ha sido innegable. Markowitz es el padre de la frontera eficiente, según la cual para cada nivel de riesgo existen un conjunto de carteras óptimas con las que se pueden esperar los mayores retornos. Hoy, 60 años después de la presentación de su trabajo, Markowitz sigue haciendo sus aportaciones al mundo de la gestión. La última ha sido un estudio realizado junto con BNY Mellon IM, en el que se destaca la creciente importancia de la gestión de riesgos para los inversores institucionales, y al que ha tenido acceso Funds People.

Una de las conclusiones del informe publicado por la gestora americana en colaboración con el premio Nobel de Economía revela que más del 80% de los inversores institucionales creen que la gestión de riesgos cobrará una mayor importancia en los futuros procesos de inversión. De cara a los próximos cinco años, un 73% anticipa dedicar más tiempo a cuestiones de riesgo de inversión, mientras que un 68% prevé una mayor relevancia de los aspectos de riesgo operativo. Esto contrasta con el hecho de que, actualmente, tan solo un 25% de los encuestados cuente con un director de riesgos.

El estudio, titulado New Frontiers of Risk: Revisiting the 360º Manager, analiza un amplio abanico de temas y cuestiones relacionados con el riesgo como, por ejemplo, riesgo de mercado, medidas de riesgo de inversión, rendimiento y pasivos. Además estudia la gestión del riesgo crediticio, inversión en el extranjero y mercados emergentes. Aporta su visión respecto a la inversión alternativa, asignación de activos, diversificación y rentabilidad e inversión basada en pasivos (LDI). El estudio incluye, además, controles de gestión de riesgos operativos, aseguramiento de riesgos operativos, riesgo de iliquidez, riesgo político, cambios regulatorios y las mejores prácticas.

“Los inversores institucionales se enfrentan a presiones de riesgos formidables, desde nuevas regulaciones a cuestiones de transparencia, pasando por riesgos de inversión en múltiples áreas”, explica Debra Baker, responsable del grupo Global Risk Solutions de BNY Mellon. “Para muchos, la gestión de riesgos ha sido una labor desconcertante: cuando uno cree que ya ha medido, gestionado y mitigado la mayoría de los riesgos, aparecen otros nuevos, y los antiguos evolucionan. Detectamos la necesidad de un marco colectivo de gestión de riesgos, que incorpore todas las áreas de riesgo, su impacto recíproco y el programa de inversión de la empresa. El empleo de algún tipo de puntaje cuantitativo que abarque las principales categorías de riesgo podría representar la próxima frontera de la gestión de riesgos”, añade.

El nuevo estudio llega casi una década después de la publicación, en 2005, del libro blanco de BNY Mellon titulado New Frontiers of Risk: The 360º Risk Manager for Pensions & Nonprofits, que también incluyó aportaciones de Markowitz. Dicho trabajo destacaba cómo por aquel entonces empezaba a reconocerse la necesidad de una gestión de riesgos más estructurada e integral. De hecho, la nueva obra concluye que, tras la crisis financiera de 2008, la gestión de riesgos se ha convertido en una prioridad clave para la práctica totalidad de los inversores institucionales.

Según Markowitz, “la crisis de 2008 fue diferente. Es lo mismo que ocurrió con la crisis desencadenada en marzo de 2000 cuando estalló la burbuja tecnológica. Y así será también con la próxima crisis. La moraleja es que uno nunca puede poner el proceso de selección de cartera en piloto automático. Todo equipo de analistas cuantitativos necesita evaluar constantemente la situación actual, y asegurarse de que la cúpula directiva entiende qué hipótesis se utilizan, cómo y quién ha evaluado las clases de activo exóticas en que se invierta, y cuáles son las vulnerabilidades del enfoque general adoptado. Además, deberían continuarse los esfuerzos para integrar el control de riesgos a nivel de empresas, en lugar de a nivel de carteras individuales”.

Del nuevo estudio, en el que participaron más de 100 inversores institucionales con un patrimonio global gestionado cercano a 1 billón de dólares –incluyendo fondos de pensiones, fundaciones y fondos universitarios– se desprenden cinco conclusiones que se exponen a continuación.

1. Basta de perseguir alfa

Los objetivos de rentabilidad están ganando terreno a la búsqueda de alfa. Los inversores institucionales ponen un énfasis creciente en el cumplimiento de objetivos de rentabilidad absoluta, en lugar de intentar batir a un índice de mercado. Los presupuestos de riesgo, la gestión en base a pasivos y la limitación del riesgo de caídas juegan un papel importante en esta transición.

2. Mayor uso de alternativas

Los encuestados han ampliado su empleo de inversiones alternativas para mejorar la diversificación y limitar el riesgo de minusvalías. Además, los inversores institucionales tienen previsto elevar su posicionamiento en productos alternativos en los próximos 5 años. 

3. Cada vez más conscientes del riesgo

La crisis financiera de 2008 pilló desprevenidos a muchos inversores institucionales. Los procedimientos de gestión de riesgos que tenían implementados en su momento resultaron ser insuficientes para una crisis de tal magnitud, y no tardó en surgir un impulso hacia una gestión integral del riesgo.

4. Herramientas analíticas en la vanguardia de la gestión de riesgos

Las herramientas basadas en el análisis de riesgo/rentabilidad y la atribución de rendimiento continúan siendo las más utilizadas para modelizar, analizar y monitorizar las inversiones. Asimismo, se percibe un auge de las herramientas integrales de gestión y presentación de riesgos, que abarcan tanto inversiones tradicionales y alternativas como pasivos.

5. Eliminación de apuestas no intencionales

El deseo de evitar el apalancamiento no intencional y de comprender mejor las inversiones subyacentes ha aumentado considerablemente desde la crisis financiera de 2008, y parece estar empujando a los inversores institucionales hacia soluciones que ofrezcan una mayor transparencia inversora.

Según el estudio de 2013, los desarrollos de mercado desencadenados por la crisis financiera de 2008 y la posterior recesión fueron el principal factor motivador para los encuestados a la hora de concentrarse en el riesgo. Más de un 60% afirmó que una mayor conciencia del riesgo en este contexto llevó a sus empresas a establecer procedimientos para su gestión. En opinión de un 59% de los encuestados, sus firmas se han beneficiado de la evolución experimentada por la gestión de riesgos en los últimos cinco años, aunque muchos de ellos siguen indecisos en torno a su impacto y los resultados son muy dispares a nivel regional.

En claro contraste con el estudio de 2005, los encuestados identificaron el “logro insuficiente de los objetivos de retorno total” y el “rendimiento deficiente respecto a pasivos” como sus dos medidas más importantes de gestión de riesgos. Respecto al estudio inicial, estas dos medidas fueron las que mayor relevancia cobraron en esta categoría.