La vuelta a los dividendos

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Joel Filipe (Unsplash)

En general, podríamos decir que el pago de dividendos va asociado a compañías maduras y negocios consolidados frente compañías jóvenes que necesitan mantener un ritmo elevado de inversión para seguir creciendo. Evidentemente, esta regla no aplica por igual a todos los sectores.

Lo que sí parece claro es que de forma genérica los dividendos se pagan a partir de la caja generada por las compañías, y no de sus beneficios operativos. Esta afirmación, aunque pueda parecer trivial, no lo es en absoluto ya que el pago de dividendos está sujeto a la capacidad de generar flujos de caja y no posee la discrecionalidad que ofrece el beneficio contable. En definitiva, la compañía que es capaz de retribuir a sus accionistas de forma estable en el tiempo raramente reduce el dividendo. Asimismo, el hecho de disponer recursos limitados tras el pago de dividendos, hace que éstos se utilicen de forma mucho más eficiente.

Sin embargo, la gestión de una cartera de compañías por dividendo exige tener en cuenta una serie de factores adicionales como son la tasa de pay out y la capacidad para mantener e incluso incrementar estos dividendos.

Por último, a favor del dividendo está el hecho de que la rentabilidad ofrecida actualmente supera en muchos casos a la rentabilidad del propio bono emitido por las compañías en un momento en el que los balances se encuentran rebosantes de liquidez. Sin duda, es el momento de los dividendos.