La nueva perspectiva que enfrenta Estados Unidos

La agencia clasificadora Standard & Poor’s otorgó la semana pasada un outlook negativo a la deuda estadounidense, en reemplazo del anterior outlook estable, basado en los riesgos de la sostenibilidad de la actual trayectoria fiscal. ¿La razón? El país tiene un déficit demasiado grande. Estados Unidos tiene actualmente una deuda fiscal cercana a 100% del PIB y el FMI estima que ésta alcanzaría los 111% en el 2016. Claramente, la trayectoria fiscal no es positiva y este reajuste en la perspectiva sólo lo confirma.

¿Qué impacto podría tener una potencial baja de clasificación de la deuda de Estados Unidos? Por una parte, la mayoría de los modelos de clasificación de activos utilizan la deuda soberana estadounidense como activo libre de riesgo con lo que esta se constituye como el benchmark para otros activos financieros. La pérdida de la clasificación AAA forzaría al mercado a seleccionar otro activo libre de riesgo. Sin embargo, el mercado de deuda soberano estadounidense es el más líquido a nivel mundial, por lo que se podrían producir más distorsiones en la valoración de activos y quizás una mayor volatilidad financiera.

Además, hoy en día, el riesgo relativo de la deuda de Estados Unidos sería mayor con respecto a otros países. Esto significaría que el spread entre, por ejemplo, el GT10 y el BTP10 debiera estructuralmente tender a disminuir reflejando esta menor diferencia en riesgos.

Según el informe de S&P, a más de dos años de la última crisis financiera, los políticos estadounidenses no han podido acordar cómo revertir el reciente deterioro fiscal.

¿Cómo responderán las autoridades a este outlook negativo? Es claro que Estados Unidos necesita de un plan fiscal a mediano plazo que realice una consolidación fiscal importante. Es decir, que ya sea baje el nivel de gasto público o suba impuestos (o una combinación de ambos). Sin embargo, aunque la economía ha estado mostrando mejores señales en el último tiempo, aún estaría demasiado débil como para ser capaz de sostener una consolidación fiscal demasiado anticipada. El desempleo todavía es alto, los precios de las viviendas siguen cayendo y el consumo recién se está activando. Una baja apurada del gasto público podría poner en serio riesgo la incipiente recuperación de la economía estadounidense.

Estados Unidos necesita un buen plan fiscal para bajar el gasto público en el mediano plazo, pero siendo muy cuidadosos de no quitar impulso a la reactivación actual.