La depreciación del euro podría dar paso a sólidas ganancias

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Imagen cedida

Los mercados europeos se encuentran en una fase interesante. Durante los últimos seis meses, se ha registrado un gran volumen de inversión en fondos de esta región, en un momento en el que los inversores están reconfigurando la ponderación de su cartera de renta variable en Europa. Algunos de estos movimientos reflejan una rotación desde los bonos a las acciones, con especial hincapié en el mercado europeo. Las valoraciones de la región siguen siendo atractivas tanto en comparación con las valoraciones del mercado estadounidense como desde un punto de vista histórico, a pesar de que los beneficios aún no han recuperado el nivel que el mercado anticipó en un primer momento.

Las expectativas positivas ya han sido descontadas en los mercados europeos, aunque esto no debería disuadir a los inversores. A medida que nos adentramos en la segunda mitad del año, las perspectivas mejoran paulatinamente. Un aspecto fundamental a tener en cuenta es el obstáculo que supone la fortaleza de la divisa europea, que está comenzando a caer. La excusa de la problemática de la divisa se utilizará para justificar los resultados del segundo trimestre, pero a largo plazo debería suponer un impacto menor.

Ante esta situación, los mercados deberán digerir lo que probablemente serán unos resultados mediocres en el segundo trimestre, ya que se verán condicionados por la combinación de una debilidad económica generalizada y un sentimiento de nerviosismo por parte de los consumidores, todo ello sumado a la problemática de la divisa. Asimismo, es probable que se produzca una oleada de ofertas públicas de venta (OPV), algunas de las cuales, en nuestra opinión, de dudosa calidad. No obstante, dejando de lado estos obstáculos, consideramos que los mercados bursátiles europeos deberían empezar a mejorar.

Lo que esperamos ver —al igual que el Banco Central Europeo— es una depreciación del euro. Una de las sorpresas de las últimas semanas es que, a pesar de las grandes medidas aplicadas por el BCE a mediados de junio, el euro aún no ha empezado a depreciarse. Para que los mercados puedan progresar, es necesario que la divisa se debilite, algo que prevemos que empezará a suceder a lo largo de la segunda mitad del año. Asimismo, esperamos ver más pruebas de que Europa está experimentando una recuperación económica bastante sólida.

En resumen, creemos que es posible que el verano se caracterice tanto por una actividad reducida como por un cierto nerviosismo, pero las perspectivas para la renta variable europea deberían mejorar notablemente durante la segunda mitad del año. Si el euro se debilita y los beneficios empresariales empiezan a recuperarse, la reciente confianza de los inversores se vería justificada y el repunte debería continuar.

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