Gavilán o paloma

El verano del hemisferio norte tiende a producir desconcierto en los mercados financieros internacionales. Una natural reducción del volumen de operaciones producto de las vacaciones estivales, aunado al hecho de que durante julio se publican los resultados financieros obtenidos por las compañías que cotizan en bolsa, crean el caldo de cultivo para abruptos episodios de volatilidad que generan oportunidades de negocios a inversionistas de corto plazo, y a los especuladores en general.

Por supuesto que la gran pregunta en este momento es cuál será el evento que generará el próximo gran movimiento de precios en las siguientes semanas. El primer candidato a cumplir este papel es el mercado accionario alcista de los EE.UU.

Luego de un alza de 64 meses, uno de los mercados alcistas más largo de los últimos ochenta años, la prensa especializada comienza a detectar indicadores tempranos de su agotamiento, que se asocia a hechos tan concretos como la reducción de las tasas de crecimiento de las utilidades de las empresas que componen el S&P 500, o a otros de carácter más esotérico.

Cuando de esoterismo bursátil hablamos, nos referimos entre otras cosas, a aquellas personas que tratan de inferir cambios en el sentimiento de los inversionistas a partir de la evaluación de la cobertura de eventos financieros por parte de la prensa no especializada. Por ejemplo, si usted encuentra un artículo sobre la gran subida del S&P 500 en una revista de una línea aérea, según estos analistas esta es una señal inequívoca de que la tendencia alcista se agotó. Se supone que en este punto empiezan a comprar acciones inversionistas poco informados inducidos por estas especies de leyendas urbanas difundidas en medios no especializados.

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