¿Existe un riesgo tecnológico detrás de Basilea III?

Llevar a efecto adecuadamente las medidas propuestas por el Comité de Supervisión Bancaria estarán sujetas a que los medios tecnológicos disponibles puedan soportar el nivel de requerimientos exigido. Esto se hace especialmente patente en la captura del riesgo por CVA donde existe la posibilidad de que las entidades financieras no lleguen a cubrir objetivos.

Con Basilea III, muchas de las entidades que negocian con derivados OTC se han puesto manos a la obra para cumplir con uno de los requerimientos más importantes contemplados dentro de la regulación: la medición del riesgo por CVA y el consecuente aprovisionamiento de capital. Sin embargo, la falta de un modelo tecnológico estándar para el cálculo de CVA ha obligado a que la gran mayoría de las entidades de cierto peso con activos OTC – no estandarizados – tengan que invertir en el desarrollo de su propio sistema “in-house”.

No hay que olvidar el grado de exigencia que esto requiere, advierten desde Grupo Alma. “Es patente el riesgo que supone en sí la solución tecnológica del CVA. Un factor a tener muy en cuenta puesto que existen grandes probabilidades de que los resultados no sean los esperados e incluso que estos puedan quedar muy alejados de las metas planteadas”, indican desde la firma.

Para comprender lo que supone este riesgo tecnológico en el cálculo del CVA, José María Marín, CTO de la División de Banking and Finance del grupo ALMA, recuerda lo sucedido con Basilea II. “Actualmente, y después de casi siete años, muchas entidades financieras, especialmente aquellas que cuentan con una cartera de cierta complejidad, no han conseguido todavía tener un sistema lo suficientemente depurado y capaz que les permita obtener y gestionar la cifra de VaR (Value at Risk /Valor en Riesgo) a tiempo para poder ajustar posiciones y riesgo – de acuerdo a la recomendación de Basilea II. Lo que propone ahora Basilea III – capturar adecuadamente el riesgo por CVA - es todavía una situación más compleja, dada la gran cantidad de dependencias implicadas en este proceso. Ello nos permite dar un mal pronóstico de los resultados que se obtendrán de los proyectos tecnológicos actualmente encaminados al cálculo del CVA y sus distintas métricas: CVA, DVA, FVA, etc.

Por tanto, “si revisamos los resultados obtenidos con los motores de cálculo del VaR, proyectos también muy de moda hace unos años, deberíamos estar muy atentos de no caer, de nuevo pero en el caso del CVA, en tiempos de ejecución inviables para los usuarios, costos de explotación de la herramienta excesivos o inclusive, embarcarnos en un proyecto sin fin que pueda requerir de interminables modificaciones”, apuntan desde el Grupo Alma.