Europa aprueba su último examen

Tim
Foto cedida

Los mercados europeos de renta variable se han recuperado notablemente del breve momento de pánico experimentado en octubre. Gran parte del ruido producido en ese momento ha resultado ser precisamente eso, ruido. De hecho, el mercado europeo se ha visto acorralado por el ruido durante los últimos doce meses, primero por el exagerado entusiasmo mostrado respecto a los mercados europeos —y el correspondiente pánico relativo a los mercados emergentes— seguido por un comportamiento opuesto en octubre. A riesgo de parecer malpensado, me pregunto si esto tenía como objetivo promover las operaciones con fondos cotizados (ETF).

Desde el pesimismo del mes de octubre, se aprecian algunas mejoras en Europa: en primer lugar, los datos económicos no han empeorado y cabría afirmar que se han apreciado algunos signos positivos (tales como el crecimiento de la oferta monetaria), aunque el crecimiento sigue siendo escaso. El BCE ha dejado claro que implantará nuevas medidas monetarias y dados los buenos resultados de la revisión de la calidad de los activos bancarios publicados a finales de octubre, estas entidades podrían actuar como catalizadores de las acciones del Banco Central Europeo. Su presidente, Mario Draghi, ha reiterado recientemente su compromiso hacia el crecimiento y una mayor inflación en la zona euro. Si algo hemos aprendido durante los últimos años es que —aún a nuestro propio riesgo —, subestimamos la ingenuidad de los bancos centrales (véanse, por ejemplo, las medidas adoptadas recientemente por el Banco de Japón).

Asimismo los indicadores de la oferta monetaria apuntan también a un retorno del crecimiento en Europa en los próximos 12 meses. Quizás el error que ha estado cometiendo el mercado es asumir que el crecimiento será fuerte —algo que, desde mi punto de vista, no parece probable—.

La siguiente pregunta es si el crecimiento se materializará en beneficios. Hace poco mantuve una conversación un tanto depresiva con alguien que trabaja en uno de los principales bancos estadounidenses acerca de la previsión de crecimiento del beneficio por acción que estiman. En términos descendentes es tan sólo el 6% en Europa, y esto gracias en su mayor parte a los bancos. La mayoría de nosotros estimaba que, siendo realistas, la cifra rondaría el 12% para 2015.

Dejando de lado lo anterior, me gustaría retomar la hipótesis de una rentabilidad total del 10% anual. Si tenemos en cuenta las fluctuaciones en las divisas, la caída del coste de financiación y el volumen de la refinanciación de la deuda, así como la evolución generalmente positiva de las adquisiciones y el crecimiento orgánico, me parece más que factible alcanzar esa tasa en 2015, incluso si no se produce una expansión de los múltiplos. Si nos limitamos al 2014, cabe recordar a los lectores que en este año marcado por la dificultad y la volatilidad, los mercados europeos han alcanzado, a finales de noviembre, una rentabilidad aproximada del 10%.

Puesto que la comparativa entre EE. UU. y Europa seguirá en auge, vamos a aportar un poco más de información: en términos de crecimiento del PIB, EE. UU. gana por goleada y parece que seguirá haciéndolo. En cuanto a la deuda, Europa presenta un panorama menos negativo, aunque no parece haber ganadores en esta categoría. Europa lleva también la delantera en lo que respecta a las valoraciones, aunque queda claro que con un crecimiento tan escaso merecería menores valoraciones. En términos de rentabilidad de las divisas, apreciamos una marcada diferencia en los últimos 13 años en vista del declive a largo plazo del dólar estadounidense. Sin duda los mercados europeos muestran mejoras, aunque si tomamos la capitalización de mercado —expresada como porcentaje del PIB— en calidad de indicador justo (aunque demasiado simplista) de cuánto representa un mercado de renta variable a una economía, los mercados europeos se sitúan en general muy por detrás de otras regiones del mundo.

Entonces ¿qué cabe esperar de Europa? No cabe duda que la confianza en los mercados europeos ha mejorado durante las últimas semanas y tal vez continúe siendo así durante algo más de tiempo. El BCE ha hecho todo lo que estaba en su mano —en sus propias palabras 'todo lo necesario'— y seguirá haciéndolo. También es posible que se adopten medidas de estímulo presupuestario ahora que la UE lanza un proyecto de infraestructuras por valor de 310.000 millones de euros. Los indicadores de la oferta monetaria apuntan a una mejora de los datos económicos en los próximos meses, sin olvidar la caída del precio del petróleo, equivalente para los consumidores a la tan necesaria bajada de impuestos.