ETF de renta fija frente a ETF de renta variable

Los ETFs de renta fija y los de renta variable presentan algunas similitudes, aunque son las diferencias las que confunden algunas veces a los inversores. En esta segunda entrega, vamos a comparar y contrastar las dos categorías de ETFs y explicar qué hace de los ETFs de renta fija un producto único.

Bienvenidos a la segunda entrega de nuestra sesión de Formación sobre ETFs, donde veremos temas un poco más complejos para entender cómo funcionan estos vehículos innovadores y comprender cuáles son sus características y ventajas. En la última entrega, hablamos de los tres aspectos principales de un ETF de bonos. Ahora que hemos sentado las bases, el siguiente tema que trataremos es cómo son en comparación con sus homólogos de renta variable.

Los ETFs de renta fija y renta variable tienen varias similitudes. Ambos vehículos suelen replicar un índice, ambos operan en una bolsa de valores y ambos ofrecen a los inversores exposición a carteras diversificadas en una única operación. Sin embargo, como los bonos y las acciones operan de manera diferente en distintos mercados, es obvio que encontramos algunas diferencias entre los ETFs de renta fija y variable. En particular, debemos tener en cuenta lo siguiente:

Las acciones operan en una bolsa de valores, donde sus precios son públicos a lo largo de la sesión. Generalmente existe un mercado secundario activo, es decir, donde los compradores suelen ir a buscar a los vendedores de la acción, y viceversa. Todos los participantes del mercado pueden ver a qué precio está negociándose una acción en cualquier momento, siempre que no se haya cerrado la sesión bursátil.

Por su parte, los bonos operan en el mercado over-the-counter (OTC) o extrabursátil, donde los precios se negocian de manera privada entre compradores y vendedores. Por esto mismo, puede ser más complicado para el comprador o el vendedor encontrar a alguien dispuesto a negociar, porque no todas las posiciones están disponibles públicamente. Tampoco resulta fácil acceder al precio de la última operación, con vistas a tener alguna idea de lo que sería un precio razonable.

Entonces, ¿cómo afectan estas diferencias a los ETFs de renta fija y renta variable? El impacto se centra fundamentalmente en dos aspectos:

  1. Cómo se gestionan. El principal objetivo del gestor de un ETF es replicar el rendimiento del índice de referencia de la manera más precisa posible. La posibilidad de conseguir esto varía dependiendo de la facilidad con la que se puede acceder a los valores del índice. Por ejemplo, es muy fácil negociar alguna de las acciones que componen el índice de precios y cotizaciones de la bolsa y es más complicado negociar alguna de las acciones de uno de los índices de mediana capitalización.

Replicar el rendimiento de un índice de de renta fija es aún más complejo. Algunos índices tienen cientos o miles de componentes. Y como los bonos suelen ser menos líquidos que las acciones, es muy difícil conseguir todos los bonos que componen el índice. Sencillamente, hay una parte de estos bonos que no podemos conseguir. Lo que generalmente sucede es que el gestor de la cartera recurre a procesos conocidos como muestreos, donde se intenta replicar la rentabilidad y las características de riesgo utilizando un número menor al componente de todos los bonos del índice.

Replicar un índice puede ser particularmente difícil en sectores con menos liquidez, como el de los bonos corporativos. El gestor del ETF trabaja constantemente para reducir el tracking error o desviación de la cartera respecto al índice de referencia. Y dado que los proveedores de ETFs generalmente aprovechan sus economías de escala y relaciones con varias mesas que operan bonos en el mercado, los inversores pueden tener acceso a un universo más amplio de bonos del que podrían acceder sin la existencia de los ETFs. Básicamente, el ETF de renta fija asume el arduo trabajo de conseguir los bonos a un precio razonable para el inversor.

  1. Cómo se calcula el valor del subyacente. Otra de las principales diferencias entre los ETFs de renta fija y renta variable es la manera en la que se calcula el valor del vehículo. Dado que los ETFs de renta variable operan en el mercado bursátil, es muy sencillo identificar el precio de cada uno de los componentes durante la sesión. Los inversores pueden valorar la cartera de un ETF a lo largo del día y al cierre, de una manera simple y transparente. Los proveedores de ETFs de renta variable utilizan los precios de cada componente para calcular un valor liquidativo o NAV a lo largo del día. Y el precio de cierre es igual o muy parecido al NAV del instrumento.

Los bonos, sin embargo, operan en el mercado OTC, y no existe un mercado centralizado donde los inversores puedan ver que bonos están negociándose y a qué precio. Al mismo tiempo, puede haber bonos que no estén negociándose todos los días, así que su precio es simplemente una estimación del nivel al que podrían comprarse o venderse. Esto implica que, para calcular el NAV de un tracker de deuda, se utilizan los precios de algunos bonos así como estimaciones de precios de los bonos que no se están negociando en ese momento. Los ETFs de renta fija tienden a tener más diferencias entre el NAV y el precio por este mismo motivo.

No obstante, aunque el NAV de un ETF es la mejor estimación posible del valor subyacente de la cartera de bonos (como en cualquier otro vehículo de renta fija), no deja de ser precisamente eso, una estimación. No se trata de un precio ejecutable que los inversores puedan emplear para comprar o vender una cartera de bonos. La realidad es que el precio de mercado de un ETF de renta fija representa un precio real al que los bonos subyacentes pueden negociarse en cualquier momento. Normalmente hablamos de lo innovadores que son estos instrumentos, y esto es a lo que nos referimos. El mercado de bonos simplemente no tenía este nivel de transparencia en el precio antes de existir los ETFs.

Autor de la imagen: @Doug88888, Flickr, Creative Commons