¿Está China fuera de peligro? Tres visiones sobre los progresos del gigante asiático

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twenty_questions, Flickr Creative Commons

El repaso a los fondos más rentables de agosto revela un favorable repunte de la rentabilidad en fondos de renta variable china. Es un dato cuanto menos sorprendente, dado que en agosto de 2015 se produjo un “lunes negro” mundial que tuvo como desencadenante la devaluación controlada del renmimbi. Expertos de Aberdeen afirman que el colapso tuvo consecuencias financieras, pero también políticas: “Los tecnócratas que habían guiado al país a través de la crisis global financiera fueron humillados, al mostrar la capitulación de los inversores los límites de su poder para controlar a los mercados”.

Un año más tarde, la situación económica en China se ha estabilizado, gracias a los estímulos gubernamentales: “El mercado inmobiliario ha repuntado. Los niveles de inventario de la construcción están empezando a aclararse y la actividad constructora se ha estado recuperando, lo que está ayudando al crecimiento general. El ritmo de los flujos de salida de capital se ha estado desacelerando debido a los controles de capital y las expectativas de un dólar débil moderará la caída del renmimbi”, resumen.

Dicho esto, desde Aberdeen hacen notar que el país sigue teniendo numerosos frentes abiertos: la caída de la rentabilidad corporativa, la necesidad de transformar el modelo de las empresas estatales y, especialmente, el exceso de deuda. La deuda sobre PIB (incluyendo la deuda corporativa, gubernamental, bancaria y de las familias) pasó del 164% de 2008 al 247% del año pasado, aunque sólo 150.000 millones están denominados en divisa extranjera (lo que significa que el Gobierno podría imprimir más divisa y utilizarla para rescates). Las estimaciones más optimistas apuntan a que en torno a un billón de dólares de toda la deuda emitida podría convertirse en tóxico, el equivalente a un 10% del valor de la economía china.

Desde la gestora reivindican que “los estímulos sólo pueden ser una solución temporal”. “Pueden ayudar a retrasar una repentina marcha atrás de la financiación del crédito o una depreciación brusca de los activos, que históricamente han sido catalizadores de crisis financieras. Pero los estímulos no pueden reemplazar las reformas necesitadas para arreglar las enormes distorsiones creadas por una mala asignación de capital a industrias e inversiones improductivas”.

También tienen una visión constructiva sobre China Raymond Chan y David Tan, respectivamente director de inversiones de renta variable y director de inversiones de renta fija de Asia- Pacífico de Allianz Global Investors. “China no se va a colapsar. Va a crecer a un ritmo más lento y esperemos que más sostenible, que es lo que necesita el país”, afirman. Pronostican un crecimiento del 5%- 6% en años venideros.

Para conseguir esta meta, ambos expertos plantean un reto: “Todavía hay un gran desequilibrio de crecimiento por regiones en China. El norte está más atrasado, porque hay mucha industria pesada, mientras que el sur está más avanzado, con una alta tasa de consumo”.

En este sentido, señalan que, en conjunto, el sector servicios – impulsado principalmente por el turismo, los medios de comunicación y la salud- ya supone más del 50% de la economía, frente al 41% de la industria. Además, recuerdan que “el Gobierno sigue buscando más apertura y alentando la urbanización para garantizar el empleo”.  

La clave está en el endeudamiento

Los expertos de Aberdeen consideran que los políticos chinos han realizado algunos progresos para paliar el enorme apalancamiento estatal: “Están afrontando el problema del riesgo moral en el mercado de bonos al dejar que algunas compañías estatales declaren impagos sobre refinanciaciones”. Adicionalmente, hacen notar que “el sistema financiero está empezando a diferenciar entre los distintos riesgos de crédito”. “Si bien todavía es rudimentario según los estándares globales, es un avance para los mercados locales”, concluyen.

La visión de Goldman Sachs AM es menos optimista: “El ritmo actual de crédito y crecimiento económico en China es básicamente insostenible. Parece que el crédito se está volviendo cada vez menos eficiente en la generación de crecimiento económico, al requerir cada vez más préstamos para mantener al crecimiento cerca del objetivo del 7% del Gobierno”. Aunque desde la firma anticipan las peligrosas consecuencias de esta tendencia, creen que “los políticos seguirán postergando la solución al problema en el futuro próximo”.

La explicación optimista para esta caída de la eficiencia del crédito podría atribuirse, según la entidad, a la transición económica de China, donde esta ahora han predominado una alta tasa de ahorro a la par que un fuerte crecimiento de la concesión de crédito. “Al haber transitado China hacia una economía dominada más por la demanda interna y la inversión, la expansión de crédito puede simplemente necesitar más tiempo para fluir hacia la economía, impulsando el crecimiento”, comentan. “Pensamos que el caso optimista sobre el crecimiento de la deuda china tiene algo de sentido, pero seguimos estando recelosos del ritmo de creación de crédito nuevo (procedente sobre todo del real estate y las infraestructuras) y de la sostenibilidad de la deuda existente (sobre todo de las empresas estatales)”, sentencian.

La predicción de los expertos es que “el crecimiento de la morosidad en los sectores con exceso de capacidad incrementará la presión sobre el sistema bancario, que finalmente requerirá una recapitalización”. El escenario central con el que trabajan es “una recapitalización relativamente grande, equivalente al 30% del PIB, pero a través de un proceso que será relativamente benigno y opaco”, dado que mucha de la deuda viva actual está en manos de empresas estatales vinculadas a bancos públicos. “Pensamos que el Gobierno tendrá que inyectar capital, y es probable que parte de los activos tóxicos se reestructuren y ajusten de formas que sirvan para comprar tiempo y limitar el estrés sobre el sistema bancario”, resumen desde Goldman Sachs AM.

En su opinión, en el mejor de los casos – que es al mismo tiempo el menos probable- “los políticos aprobarán reformas centradas en las empresas estatales locales y los prestamistas en la sombra y dirigirán el nuevo crédito hacia proyectos que incrementen el crecimiento potencial”. De cumplirse este escenario, creen que la recapitalización sería inferior, “quizá equivalente al 10% del PIB”.