Esquemas de pensiones multipilares: tendencias recientes en países de la OCDE

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Foto cedida

Los sistemas de pensiones tienen tres grandes objetivos. El primero es lidiar con los riesgos de pobreza en la tercera edad; el segundo es el de redistribuir el ingreso; y el tercero es inducir a la gente que, por varias razones (miopía o también complejidad de las decisiones financieras involucradas o restricciones en los mercados de crédito), no ahorran lo suficiente durante su vida. Los dos primeros objetivos son parte de la red de protección social e incluyen a las pensiones básicas o mínimas. 

Existen al menos seis criterios para evaluar los diferentes arreglos institucionales en pensiones:

(i) que el sistema sea obligatorio o voluntario;

(ii) que el sistema se financie en base a un mecanismo de reparto o en base a esquemas de capitalización individual;

(iii) que la administración de los planes sea pública o privada;

(iv) que los beneficios estén “pre-definidos” o que dependan del stock de activos acumulados a la hora de jubilarse (con algún tipo de garantía de ingreso mínimo);

(v) si la relación laboral que define al plan es ocupacional (punto de acceso es el empleador) o personal (papel marginal del empleador);

(vi) si quien soporta el riesgo es el empleador, el proveedor de la pensión, el individuo o el contribuyente. 

En los sistemas de pensiones de los países de la OCDE:

(i) todos los países tienen una combinación de diferentes arreglos o programas; la diferencia radica en el peso relativo de cada componente en el ingreso jubilatorio total;

(ii) todos los países tienen algún esquema de capitalización donde las pensiones se financian con los activos financieros acumulados (pueden ser obligatorios o voluntarios; ocupacionales o personales; contener garantías por parte del empleador o no; beneficios definidos (BD), contribuciones definidas (CD) o un híbrido (BD con garantías, CD ajustables);

(iii) todos los países tienen sistemas de capitalización personales voluntarios5. 

En varios países los sistemas de capitalización están incrementando su importancia. 

Hay varios países de la OCDE donde más del 50% de la población activa o cotizante tiene un plan ocupacional privado. 

En cuanto a las pensiones públicas, la opinión de la OCDE es que las fuentes de financiamiento para la jubilación deben diversificarse, lo que implica que los esquemas de capitalización individual son complementarios y no sustitutos de las pensiones públicas. Además, las pensiones públicas requieren un balance entre niveles adecuados de pensiones y sostenibilidad fiscal. 

En cuanto a las pensiones no-contributivas públicas, éstas son parte de la red de protección social y deben financiarse del presupuesto general con ingresos tributarios. 

El envejecimiento poblacional plantea desafíos diferentes para los esquemas de pensiones: mayores tasas de dependencia traen problemas de sostenibilidad financiera para los esquemas de reparto; más años de vida de jubilado (en relación a los años de aporte) traen problemas de sostenibilidad para los sistemas de reparto y pensiones no adecuadas para los sistemas de capitalización. 

En cuanto a los sistemas de capitalización individual, la OCDE es de la visión que es necesario mejorar su diseño, con respecto a tres áreas: coherencia; nivel adecuado de las pensiones; y eficiencia. 

Coherencia: el sistema debe ser globalmente coherente; las fases de acumulación y de pago tienen que estar en sintonía; se requiere coherencia en monitorear todos los riesgos que afectan el ingreso en la fase de retiro. 

Pensiones adecuadas: los planes de CD son complementarios a todas las fuentes para financiar la jubilación; son una parte integral del ingreso total de la jubilación; son diseñados (tasas de contribución, períodos de contribución, fase de desacumulación, etc.) considerando que son un complemento para alcanzar una meta total de nivel de jubilación-ingreso. 

Eficiencia: se requiere elegir estrategias de inversión que reducen los riesgos extremos negativos (por ejemplo, estrategias semiautomáticas por defecto para personas cercanas a la edad de retiro); y estructurar bien la fase de pago, para evitar el riesgo de longevidad: retiro programado versus renta vitalicia.