El retorno del consumidor estadounidense

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Imagen cedida

Estados Unidos ha comenzado a perfilarse nuevamente como un importante productor de petróleo. Las nuevas tecnologías permiten a las empresas obtener gas natural, GNL y petróleo de esquisto, lo cual reducirá la importación de crudo en el futuro. La producción petrolera estadounidense ha aumentado un 18% durante el pasado año, y la independencia energética del país de cara a 2030 parece factible.

Ello conllevará amplias ventajas, comenzando por los productores. Dado que una gran parte de sus costes guardan relación con la energía, el acceso a fuentes locales más baratas les brindará una ventaja competitiva. La nueva industria de extracción también podría ayudar a aliviar el problema de desempleo que aqueja al país desde hace años.

Ventajas para el consumidor

Los consumidores estadounidenses también se beneficiarán del abaratamiento de la energía, un ángulo que muchos analistas han ignorado hasta el momento. El coste de la energía –ya se trate de gasolina como de combustible para calefacción– es como un impuesto sobre el consumidor, con lo que la capacidad para moderarlo tendría un impacto significativo sobre el poder adquisitivo de los hogares.

Nuestros analistas ubicados en Boston son conscientes de que los consumidores estadounidenses  gastarán más si tienen mayor confianza en su trabajo, en el valor de sus viviendas y en la bolsa. Este es precisamente el caso en estas tres áreas: el mercado inmobiliario residencial se ha estabilizado, existe una mayor confianza en el empleo y el índice S&P 500 se ha revalorizado casi un 15% en lo que llevamos de año.

Aunque el gobierno estadounidense está altamente endeudado, los consumidores no cargan con tanto apalancamiento. Un estudio reciente del Mckinsey Global Institute muestra que la deuda de los hogares estadounidenses ha disminuido un 15% respecto a la renta disponible y que dos tercios de esta caída se deben a la cancelación de deudas a través de depreciaciones y ejecuciones de préstamos. Según la consultora, este descenso del nivel absoluto de endeudamiento de los hogares sugiere que el consumidor estadounidense lleva una gran ventaja a los consumidores de otros países que sufren las secuelas de una burbuja inmobiliaria como, por ejemplo, Reino Unido y España, en lo que respecta al desapalancamiento.

Los datos publicados recientemente por la Reserva Federal también sugieren que los hogares americanos están recuperando el control sobre su deuda. Desde que la Fed comenzara a medir esta variable, las obligaciones financieras de los propietarios de viviendas en Estados Unidos (es decir, sus pagos en concepto de tarjetas de crédito e hipoteca) tocaron techo en otoño de 2007, en un 14% de la renta disponible. Las cifras más recientes, correspondientes al segundo trimestre de 2012, indican que los pagos requeridos en concepto de servicio de deuda (amortizaciones e intereses) han caído hasta el 10,9% de la renta disponible, el nivel más bajo desde 1994.

En mi opinión, el consumidor estadounidense continuará siendo el motor de la economía, pero es importante elegir cuidadosamente en qué valores invertir. Actualmente, es mejor concentrarse en productos de consumo de gama baja. Nos inclinamos por empresas susceptibles de beneficiarse de la mayor renta disponible del consumidor como, por ejemplo, los minoristas y los restaurantes con precios más asequibles.

Las empresas se hallan en buena forma

Al mismo tiempo, las empresas están poco endeudadas y presentan balances de situación más sólidos que nunca en términos de liquidez como porcentaje del activo.

Aunque el crecimiento del PIB –de un 2% a un 3%– es relativamente bajo, todavía supera el de muchos otros países. Además, las compañías estadounidenses han aprendido a llevar a cabo su actividad en tal entorno: son más ágiles y mucho más eficientes que antes. Por lo tanto, aunque tardaremos en volver a ver niveles de expansión del 5% al 6%, pienso que el crecimiento actual ofrece una base suficientemente estable de cara al futuro.

Anticipamos un crecimiento bajo pero firme de la economía y de uno de sus componentes más esperanzadores: el mercado de la propiedad. El stock de viviendas a la venta ha disminuido en gran medida y los precios se han estabilizado en la mayor parte del país (habiendo incluso subido en ciertas áreas). Esto constituye una buena noticia para los consumidores y para las acciones relacionadas con el mercado de la propiedad. Las inmobiliarias residenciales cotizadas nos parecen caras en este momento, pero detectamos oportunidades en cadenas de bricolaje como Lowes, que ofrecen una alternativa para beneficiarse de la recuperación del sector.

Por último, también nos gustan las empresas vinculadas a la producción petrolera, en especial las compañías de servicios energéticos.