“El inversor de capital riesgo ha adquirido más poder frente al gestor”

Kamil Molendys, Unsplash

La crisis que ha afectado a los mercados mundiales durante los últimos tres años no ha pasado desapercibida para la industria de capital riesgo, a pesar de que sus inversiones suelen tener una duración aproximada de 10 años. En primer lugar, por la fuerte caída de la actividad que se produjo a partir de septiembre de 2008, que sólo ha empezado a repuntar hace unos meses y que afecta tanto a las compañías en cartera –ahora en mejor situación que la del resto de la economía y que, ante el efecto denominador, podrían haber ganado peso en la economía- como a la actividad inversora, en niveles comedidos y más bajos que antes de la crisis. “Ahora ya no se invierte tanto. Los inversores de fondos de capital riesgo tienen liquidez pero no la ponen aún en el mercado y tampoco se distribuye tanto capital entre ellos como nos gustaría. Sin embargo, en algún momento el nivel de actividad tendrá que repuntar, algo que podría ocurrir éste o el próximo año”, comenta Carlos Lavilla, socio de Corpfin Capital y portavoz de ASCRI, la asociación de capital riesgo española con unos 150 socios y que este año cumple su 25 aniversario.

El inversor de dichos fondos también ha cambiado de forma sustancial a raíz de la crisis, pues su mayor valoración de la liquidez, que en los fondos de capital riesgo es de años, ha reducido la demanda y traído consecuencias en la relación con el gestor. “Ahora se valora más la liquidez y eso ha producido una disminución apreciable de la demanda de los inversores institucionales hacia los fondos de capital riesgo, lo que a su vez les ha otorgado mayor poder frente al gestor”, comenta Lavilla. Un poder que se traduce en su mayor capacidad de establecer las reglas del juego, tanto a la hora de exigir más información como de tensionar a la baja la comisión de gestión.

“La comisión se ha reducido aproximadamente en un 25%, desde el 2% hasta los niveles actuales del 1,5% o 1,4%”, comenta el experto. Eso sí, asegura que se han defendido con respecto al llamado "carried interest”, es decir, la remuneración ligada a los resultados que excedan de un retorno mínimo que, el caso de Corpfin, suele estar en torno al 20% de las rentabilidades que logren por encima del 8%. “A veces se critica que los gestores de capital riesgo ganen mucho dinero, pero hay que tener en cuenta el enorme valor que crean a largo plazo proporcionando financiación a firmas que no cotizan”, comenta. De hecho, niega que en épocas de crisis prevalezca la mentalidad de comprar a la baja y “al derribo”. “Es cierto que lo hacemos y el bajo precio ayuda, pero no de forma tan agresiva como en otros mercados, pues el capital riesgo pretende ser más creador de valor que otra cosa”, añade.

Lavilla considera que el inversor estadounidense es uno de los más importantes, así como el de Oriente Medio, focalizado sobre todo en fondos soberanos, y el asiático, donde se está produciendo el mayor crecimiento, siguiendo una tendencia en la que la proporción de inversiones alternativas ha aumentado en las carteras. “Para los próximos 10 años, Europa es el mercado para no ir, si lo comparamos con EEUU y Asia”, apostilla. Entre los BRIC, señala el potencial de India, un mercado que no presenta el gap cultural de otros como China, ante su pasado anglosajón, y donde ya se ha creado algún fondo de capital riesgo.

Limitaciones en España

En España, los sectores más atractivos para invertir serían el de cuidados de salud y energías renovables y con respecto al inversor nacional, Lavilla comenta su escaso peso en la industria, pues el inversor institucional, sobre todo los fondos de pensiones y seguros, nunca ha llegado a tener un porcentaje de capital riesgo significativo en sus carteras, mientras las bancas privadas y las entidades de depósito, con gran interés de 2003 a 2007, lo han limitado tras la crisis y no espera que repunte a corto plazo. Por eso, cree que son los family offices los que pueden darle un impulso, aunque en España aún hay pocos. “El inversor español nunca ha sido muy importante y en los últimos años ha reducido aún más su presencia, pues está muy ligado al mercado”, comenta Lavilla, indicando que en su compañía, al igual que otras españolas de capital riesgo, la mayoría de los inversores son foráneos.

Eso sí, cree que irá aumentando su peso en la medida en que la industria se vaya desarrollando y reconoce que entidades de banca privada como Barclays, Deutsche Bank, Banco Sabadell o Banif han pedido en los últimos tiempos fondos de capital riesgo para sus inversores. “Aun así, el capital mínimo exigido ronda el medio millón de euros y por eso el perfil del cliente es del de un inversor sofisticado, con mucho dinero y una gran cultura financiera”, comenta.

Retos futuros

De hecho, cree que tras 25 años en España, la industria afronta el reto de que se conozca el tipo de activo y atraiga a más inversores. “En estos años, ha tardado en convertirse en un tipo de activo: pasó de ser una industria no regulada a todo lo contario, contando con mayor normativa, transparencia y apertura a un colectivo más amplio”, comenta Lavilla haciendo balance. Con respecto a la regulación, en los próximos meses la industria afronta la adaptación a la directiva europea AIFM y está a la espera de su desarrollo.

Según los miembros del Comité legal de ASCRI, Maria Gracia Rubio, de Baker & McKenzie y Julio Veloso, de Broseta Abogados, cel pasaporte europeo se le concederá a los gestores alternativos que se hayan constituido al amparo de la normativa nacional dictada en trasposición de la Directiva, o a los pre-existentes que hayan sido "homologados" por cumplir los requisitos. “La industria de capital riesgo española está perfectamente preparada, sin perjuicio de que cada caso es singular y existirán entidades que, para poder obtener el "pasaporte", tengan que llevar a cabo ciertas modificaciones para cumplir todas las exigencias. Para estas entidades, será necesario determinar si las ventajas que el pasaporte les otorga -la posibilidad de levantar fondos en otros Estados de la UE- son mayores que los costes de adaptación”.

 

Los datos clave de la industria de capital riesgo en 2010

El volumen de inversión alcanzó en 2010 los 3.456 millones de euros, un 117% más que en 2009.

2010 significó la vuelta de las grandes operaciones (superiores a los 100 millones de euros) por los operadores internacionales: se cerraron 6 operaciones de este tipo (frente a sólo una en el 2009), representando el 57% del total invertido.

Las operaciones apalancadas (buy-outs) representaron el 62% del total del volumen de la inversión, mientras que las operaciones de capital expansión alcanzan el 30%.

El volumen de las desinversiones (a precio de coste) superó los 1.532 millones de euros (un 77% más que en el 2009) en 377 operaciones.