El complejo laberinto de las inversiones y la política monetaria

Está claro que detrás de estas políticas monetarias existe, no sólo cierta intencionalidad de licuar pasivos, sino también, un estímulo al consumo. Recordemos oportunamente que uno de los grandes fantasmas para cualquier economista del mundo es la deflación: si un dólar hoy vale menos que mañana, espero a mañana para gastarlo; de ese modo baja la demanda y el ciclo recesivo se retroalimenta, es decir diferimos el consumo. El efecto contrario es la lógica de la política monetaria expansiva y precisamente lo que busca evitar es la deflación en un contexto recesivo. Hay que estar preparado para operar dentro de esta mecánica.

Pongamos el ejemplo de alguien en Argentina que tenga armada una cartera de bonos internacionales con un rendimiento promedio anual de alrededor del 4%, ¿se puede decir que ganó dinero, o que al menos protegió sus ahorros? Teniendo en cuenta que los precios domésticos crecieron alrededor de entre 20% y 25% anual el último año y el tipo de cambio se devaluó solo un 11% obtenemos que nuestra inflación real medida en dólares estuve entre el 9% y 14% en términos de costo de oportunidad y capacidad de consumo local, ese inversor perdió plata y mucha . Estos son análisis que hay que tener en cuenta cuando un asesor nos arme una propuesta de inversión.

En un contexto económico en donde los precios relativos de los bienes se distorsionan por el efecto de la política monetaria expansiva, hay que tener especial cuidado con las decisiones de inversión que se toman. Ya no vivimos en un mundo en el que tener un plazo fijo en moneda “dura” o confiable nos garantiza la existencia de la inversión. La economía es un juego delicado de precios relativos, con lo cual las ganancias o pérdidas se convierten en costos de oportunidad. En general, podría parecer que la inversión en real estate es un buen negocio. Sin embargo, si se miden los precios de los inmuebles en oro, los últimos años han sido de pésimo desempeño. Un caso incontrastable es el de la Argentina.

 

Algunos analistas aseguran que el S&P ha subido menos que alguna canasta de bienes reales en Latam. Para esto, habría que ser rigurosos en cuanto a la metodología, pero supongamos que fuera así. Esto no es necesariamente por el efecto de la política monetaria expansiva. Las acciones son porciones de empresas que tienen en su activo bienes reales y producen bienes reales (o servicios) cuyos precios también ajustan por la inflación. Más aún, esas empresas tienen pasivos (aunque no todas) que no siguen el ritmo de la inflación, con lo que un efecto inflacionario sería comparativamente mejor para una empresa que para un bien real, que no tiene deudas que licuar. Entonces ¿qué podría hacer subir más a una bolsa llena de productos de un supermercado que a un portfolio de acciones? La respuesta es: las expectativas de ganancias de esas empresas. Si una canasta de bienes reales ha subido más que una de acciones, como el S&P, no necesariamente se debe a un efecto distorsivo de la política monetaria, sino que podría ser a las expectativas de ganancias que tienen los inversores sobre esas empresas, lo que lo hace un problema más delicado, porque seria indicador de que no se espera que la actividad económica sea tal que haga remontar las ganancias. Sin embargo, también podría ser parte del temor propio de la salida de una crisis, lo que haría que el precio actual de las acciones sea barato en términos relativos.

Volviendo a la pregunta inicial, claramente en este contexto, tanto los bienes reales como las acciones tienen mejores protecciones en un marco inflacionario. Parecería de ciencia ficción, pero una cartera tradicionalmente conservadora formada por bonos, plazo fijo o efectivo, tradicional cartera de cliente Latinoamericano, en este sentido es la más expuesta, sobre todo ante la posibilidad no tan lejana de un QE3 y, en el caso de bonos, los que están posicionados en la parte media de la curva con alto riesgo de ser arrastrados con un futuro y paulatino retiro de la liquidez por efecto directo de una futura suba de tasas. Salvo, claro, que estalle otra crisis de profundidad y duración incierta, filo de navaja que aún estamos transitando con pies de equilibrista. La solución vuelve otra vez al mismo espacio: la diversificación selectiva monitoreada y trabajada en conjunto con el cliente respetando los perfiles de inversión.