Si bien es un término ampliamente difundido en países líderes, tales como EE.UU., en Latinoamérica se trata de un término que recién comienza sus etapas de desarrollo y, por ende, se está haciendo muy necesario su análisis y conceptualización tanto teórica como práctica.
Recientemente, en el Primer Encuentro Latinoamericano Chile Digital 2013, me correspondió la ardua tarea de escuchar, evaluar y corregir interesantes proyectos de empresas que se encontraban en su primera y segunda ronda de presentación a inversionistas, en el área de nuevos negocios digitales; una gran experiencia.
Nuevos empresarios, guiados por un instinto emprendedor único, nos permitieron, como inversionistas, percatarnos de la calidad, potencial, capacidad e inteligencia de nuestros emprendedores latinos.
Numerosas son las instancias de presentación y evaluación que se están desarrollando en Latinoamérica en este sentido. Por ejemplo, en Chile, para el caso de la iniciativa Start-Up Chile, se ha levantado capital por más de 24 millones de dólares para 65 proyectos en tres años. Actualmente, el 25% de dichos emprendimientos corresponde al área de E-Commerce.
También he tenido una grata experiencia al compartir otras actividades con nexos con América Latina, como el Concurso de Innovación y emprendimiento “Ají Challengue”, una iniciativa organizada por Encuentros 2013, donde se reúnen cientos de expertos, profesores, investigadores y emprendedores chilenos en el extranjero.
Tres grupos de finalistas chilenos de Ají Challenge presentaron sus proyectos en uno de los centros de innovación más potentes del mundo, el Media Lab del MIT en Boston, frente a un jurado y público especialista desde el punto de vista del conocimiento técnico.
Todas estas son excelentes iniciativas, sin duda, pero lo cierto es que falta mucho camino por recorrer.
Latinoamérica está siendo parte de numerosas actividades de fórums y rondas con inversionistas. La calidad de los emprendimientos debe guiar necesariamente a potenciar y liderar industrias. Más que ser seguidores de las mismas, a provocar cambios en las reglas del juego, generando impacto y, sobre todo, cambiar el mundo. Si bien parece una frase que raya en lo repetitivo, es así, ya que empresas que no sean distintivas y que carezcan de reglas del juego, no lograrán posicionarse en el concierto mundial y, menos, captar nuestra atención como inversionistas; aspectos que, mejorados, potenciarán sin duda el sector del Private Equity latinoamericano.