El BCE empieza a cambiar su forward guidance: primeras reacciones al cambio de discurso

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World Economic Forum, Flickr, Creative Commons

La realidad de la recuperación económica en Europa se ha visto reflejada por fin en el discurso de Mario Draghi. En la reunión del BCE, celebrada en esta ocasión en Tallin (Estonia), el presidente de la institución ha realizado varias declaraciones notables que reflejan el largo camino andado por el BCE desde que asumiera el mando en 2011. Draghi ha afirmado en su discurso que “los riesgos para la previsión de crecimiento ahora están equilibrados”. También ha indicado que “la recuperación global está apoyando cada vez más el comercio y las exportaciones de la zona euro”, y ha realizado varias alusiones a la fortaleza del momento económico en la región. Durante la rueda de prensa posterior al discurso, el presidente de la autoridad monetaria ha declarado con rotundidad que “el riesgo de deflación definitivamente ha desaparecido”.

El discurso de Draghi ha traído consigo otra gran novedad en términos del lenguaje empleado: si bien – como suele hacer- ha indicado al principio de su intervención que el BCE mantendrá sin cambios su política monetaria, en esta ocasión ya no ha mencionado que los tipos seguirán bajos durante un largo periodo de tiempo. “Es exactamente lo que estábamos esperando. Hay algunos ajustes en el lenguaje sobre los riesgos de la economía y las previsiones para subidas de tipos de interés. Pero no es mucho”, afirma Patrick O’Donnell, gestor sénior de Aberdeen.  

Draghi ha hecho hincapié varias veces a lo largo de su discurso y durante la rueda de prensa posterior en la trayectoria de la inflación, para justificar la necesidad de que el BCE mantenga su política monetaria acomodaticia. El banco central ha rebajado sus previsiones de inflación: del 1,7% al 1,5% para este año, del 1,6% al 1,3% en 2018 y del 1,7% al 1,6% en 2019. Draghi explicó que esta revisión refleja la disolución del efecto de base provocado por la subida del precio del petróleo y de los alimentos el año pasado, así como la baja trayectoria de la inflación subyacente.

El presidente del BCE trató de mandar un mensaje positivo, al afirmar que la expectativa de la institución es que inflación general y subyacente converjan a lo largo del tiempo. La previsión de la entidad es que haya crecimiento, aunque con menor inflación: mientras que rebajó sus proyecciones sobre la estabilidad de los precios, optó por elevar en una décima sus cálculos sobre el PIB real hasta el 1,9% en 2017, el 1,8% en 2018 y el 1,7% para 2019. 

Draghi recalcó la necesidad de ser “pacientes” para ver más adelante el reflejo de las reformas laborales sobre la inflación salarial; de ser “confiados” ante la reducción de los riesgos de cola que han azotado a la zona euro en el pasado, y de ser “persistentes”, en este caso manteniendo sin cambios la política monetaria actual para mantener la solidez de la recuperación. También ha realizado sus peticiones ya habituales de que los países de la eurozona continúen profundizando en reformas estructurales de calado.

“El BCE está esencialmente en modo de espera, esperando a que lleguen datos de inflación más positivos. No hay apetito para arriesgarse a ahogar el crecimiento que se ha estado viendo últimamente”, afirma el gestor de Aberdeen. Éste concluye que “no hacer nada probablemente es la decisión correcta en este momento”. Sin embargo, advierte que “el BCE generalmente ha sido dolorosamente lento para reaccionar a condiciones cambiantes”, por lo que cree que habrá que esperar hasta septiembre “para ver si deciden cambiar de rumbo”.

¿Y ahora qué?

Andrés Sánchez Balcázar, gestor de Pictet AM, ve probable que el siguiente paso de la institución sea que anuncie en septiembre que empezará en enero de 2018 a reducir en 10.000 millones de euros las compras mensuales “para llegar a cero compras en julio de 2018”. “Hay que tener en cuenta la cantidad de deuda del gobierno finlandés y alemán que queda elegible para el programa de compra de bonos da para cerca de un año antes que alcance el límite de 30% de la deuda total de esos países”, añade Sánchez Balcázar.

El gestor declara asimismo que “es previsible –teniendo en cuenta la presión de Alemania- que empiece a subir tipos de interés en septiembre de 2018”, pero  sólo si el PIB de la eurozona crezca hasta alcanzar el 2,5%. En cambio, el experto descarta que la tasa negativa de depósitos sea modificada “hasta que haya dejado de comprar bonos”.

Para François Rimeu, director de Cross Asset en La Française AM, la cuestión más importante sobre la reunión del BCE es una que ha quedado sin resolver: la estrategia de salida. “¿Qué tipo de mejora necesita el BCE en el lado de la inflación para reducir el QE? Si escuchamos a Coeuré, puede que no necesiten mucho, pero si escuchamos a Draghi o Praet, todavía necesitamos ver más pruebas”, observa Rimeu.

“El principal objetivo del BCE en los próximos meses será encontrar los medios de aligerar sus programa de acomodación, sin dejar que una subida de los tipos comprometa la recuperación naciente”, corroboran Lionel Melin y Jeanne Asseraf-Bitton, respectivamente estratega sénior Cross Asset y responsable global de análisis Cross Asset de Lyxor AM. Ambos expertos afirman que “hay mucho en juego como para que el BCE actúe rápidamente y sin cuidado”. En cambio, creen que posiblemente la institución adopte una estrategia dovish similar a la de la Reserva Federal: “Mantener un tono alentador sobre el crecimiento para estimular el optimismo, pero comprometerse con la acomodación de muy largo plazo para mantener los tipos bajos”.

Aunque el dúo de expertos también espera que se anuncie algún tipo de tapering en septiembre o diciembre, creen que probablemente no sea anunciado en términos concretos “y que insistirá en que la reducción de los importes dependerán de los datos”.