Dos grandes conclusiones sobre el comportamiento reciente del petróleo y una derivada

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El sentimiento de los inversores sigue siendo la brújula que guía las oscilaciones del precio del crudo esta semana: el lunes las principales referencias de precios (Brent en Europa y WTI en EE.UU.) se desplomaban tras el fracaso de la reunión entre países exportadores en Doha. El martes, la commodity repuntaba con fuerza gracias a una huelga de trabajadores en Kuwait, que amenazaba con rebajar severamente el ritmo de producción. Ayer, miércoles, los números rojos volvían a ser la norma.

Los gestores han llegado estos días a varias e importantes conclusiones. La primera, que parece haberse roto – o al menos, reducido- la correlación entre el petróleo y la renta variable. La segunda, que el comportamiento del oro negro ha dejado de ser una historia de exceso de oferta para convertirse en una historia con dos elementos distintos: por un lado, el enfrentamiento entre Arabia Saudí e Irán; por otro, un viraje en el sentimiento de los inversores. Así lo constatan los expertos de Groupama AM: “El rebote desde los mínimos de mediados de febrero no está relacionado con la anticipación de un ajuste de la oferta o a la posibilidad de un acuerdo entre los países la OPEP, sino más bien a la percepción de un entorno global más favorable”.

Aportan tres razones para sostener su argumento. La primera de ellas es que “las estadísticas de oferta y demanda mundial a finales de marzo muestran que el equilibrio se mantuvo prácticamente sin cambios”. Se refieren a que “por primera vez en años, la brecha entre la oferta y la demanda no se ha tensado, pero la oferta sigue siendo mucho más elevada que la demanda”, y piensan que podría haber indicios del “comienzo de la reducción del desequilibrio”.

La segunda razón se extrae de la comparativa entre el precio del petróleo y el precio de las materias primas industriales, un ejercicio que permite separar los factores con influencia sobre todas las materias primas y de los aspectos coyunturales al petróleo: “La caída del precio del petróleo entre noviembre de 2015 y enero de 2016 es esencialmente una historia de oferta, ya que el precio de las materias primas industriales está de manera global estable durante el periodo. Sin embargo, el repunte de los precios del petróleo desde mediados de febrero es proporcionalmente menos pronunciado que el de las materias primas industriales, lo que sugiere que son las materias primas las que, por así decirlo, "tiran" hacia arriba el precio del petróleo”.

La conclusión a la que llegan es que “si el precio del petróleo se ha recuperado sobre la percepción de una mejora en la industria mundial, entonces no habría demasiadas razones para que corrija por una falta de acuerdo que los operadores realmente no habían anticipado”.

Impacto sobre la inflación

Al principio del desplome del crudo muchos participantes del mercado advirtieron del riesgo de deflación, especialmente sobre la eurozona, y que probablemente obligaría al BCE a tomar nuevas medidas – como efectivamente ha hecho. Un rebote sostenido puede causar el efecto contrario, poniendo nuevos problemas a las principales economías si es muy acelerado. David Roberts, responsable de renta fija en Kames Capital, se muestra muy claro al respecto: “A menos que el precio del crudo se mantenga por debajo de los 50 dólares por barril, el mundo se enfrenta a un problema de inflación. Por supuesto, los mercados del G-7 llevan casi una década ignorando este hecho, lo que ha llevado a muchos a comprar deuda gubernamental core a precios completamente irracionales”.

Según el experto, “los mercados de tipos de interés están lanzando una señal muy negativa, pero lo cierto es que el mundo no está tan mal como pudiese parecer”. De hecho, Roberts es de la opinión de que la Reserva Federal debería volver a subir los tipos de interés. “Sin embargo, como ya ocurrió en 2014, cuando la Fed tuvo la oportunidad de empezar a subir sus tipos pero no lo hizo, creo que volverán a decepcionarnos; los bancos centrales no se atreverán a dar el salto”, sentencia.

Desde Amundi, los estrategas y analistas Didier Borowski y Tristan Perrier también se fijan en el caso de la inflación, pero centrándose exclusivamente en EE.UU. habida cuenta de que, en su última reunión, el Comité Federal del Mercado Abierto (FOMC) rebajó las expectativas de inflación para este año y los siguientes a niveles muy modestos (leer más). “A la luz de la caída del precio de las materias primas y su reciente rally, es más importante que nunca realizar una distinción entre las medidas de inflación total y de inflación subyacente. Si se estabilizan los precios del petróleo a niveles actuales, la inflación se acelerará automáticamente en los próximos meses, y superará temporalmente el objetivo del 2% de la Fed”, explica el tándem de expertos.

“Sin embargo, si despegan los salarios u otros factores, los desafíos ya no serían los mismos, dado que si tal tendencia fuera sostenible podría poner a las expectativas de inflación fuera de control”, comentan por otra parte. La visión de Borowski y Perrier es que, de empezar a verse un crecimiento firme de los salarios, “no sólo se produciría una aceleración temporal de la inflación – tanto la total como la subyacente- no pondría en peligro la estabilidad de los precios, sino que en realidad podría anclar las expectativas de inflación, que están excesivamente bajas”.

La última conclusión de los estrategas de Amundi es que “sólo una recaída muy fuerte del precio del crudo podría evitar una aceleración de la inflación desde ahora y hasta el final de año”. Entre las razones que esgrimen es que no sólo están impulsando a la inflación en EE.UU. la recuperación del crudo y el tímido crecimiento de los sueldos, sino que el sector inmobiliario sigue siendo un contribuidor positivo y han aparecido nuevos contribuidores, como el aumento de la inflación en los servicios médicos como consecuencia del incremento del precio de los fármacos.