Digitalización: el ganador es el crédito corporativo

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TRIBUNA de Mondher Bettaieb, gestor del fondo Vontobel Fund- EUR Corporate Bond Mid Yield en Vontobel AM. Comentario patrocinado por Vontobel.

Las tendencias de los flujos de inversión han cambiado de forma dramática en las últimas tres décadas. Hasta mediados de los noventa, el grupo más importante de inversores en la economía global eran los hogares, que depositaban sus ahorros en deuda soberana y corporativa. Hoy en día, los ahorros de las compañías suponen cerca de dos tercios de toda la inversión a nivel global, incluyendo bonos corporativos y de gobiernos a gran escala sin que se vea un fin a esta tendencia.

Para entender los motivos detrás de este cambio hemos de analizar las principales motores que lo han originado: la digitalización. El crecimiento de la economía digital requiere de menos inversiones y de un número de empleados más reducido, lo que ha permitido a las empresas ahorrar más. La digitalización supone una tendencia sin vuelta atrás de tal manera que a medida que avanza, así lo hace también la liquidez atesorada por las empresas. En consecuencia, el problema para las entidades se ha vuelto qué hacer con toda esta liquidez que han acumulado.

The Economist analizó el caso de Microsoft, Facebook, Amazon, Alphabet (Google) y Apple y llegó a la conclusión que en conjunto en 2016 aglutinaban 300.000 millones de dólares en efectivo neto. Y se espera que esta cifra aumente hasta 700.000 millones en 2020. Por ello, mientras que en los colegios se está debatiendo la importancia de enseñar programación a las nuevas generaciones, probablemente estén dejando pasar una alternativa más interesante: existe grandes oportunidades de carrera profesional como tesorero corporativo. 

Lo último que las empresas quieren es seguir manteniendo este dinero en una cuenta corriente que renta cero o que incluso ofrece intereses negativos. No hay que olvidar que existen también otras razones que explican la aversión de las compañías a atesorar liquidez más allá de la existencia de bajos tipos de interés. Además,  los tesoreros corporativos aprendieron una dolorosa lección de la crisis financiera cuando muchos bancos se tambalearon al borde del precipicio y la liquidez de las empresas corrió el riesgo de desaparecer en un agujero negro. La liquidez  de un banco forma parte de su balance, pero los títulos están fuera de él. Esto ha dado lugar a que las empresas inviertan en bonos como medida de precaución. Por tanto, con una oleada de dinero inundando las arcas corporativas y con tesoreros nerviosos que quieren evitar acumular la liquidez en cuentas que rentan nada, solo existe una solución: los bonos corporativos.

Durante las últimas dos décadas, los bonos corporativos han ofrecido 60 puntos básicos más de rentabilidad que los bonos gubernamentales. Con todo, a pesar de que ha habido períodos en que han registrado una rentabilidad inferior, como la crisis financiera de 2008 o la crisis griega de 2011, estas caídas se han visto compensadas por períodos consecutivos de mejores rentabilidades.

En definitiva, dado que las empresas continúan atesorando más liquidez y comprando bonos corporativos, lo que ofrece otro elemento de respaldo para la clase de activo, los inversores en renta fija deberían prepararse para la digitalización haciendo de la deuda corporativa los cimientos de su cartera.