Derivados Listados y su desarrollo en Latinoamérica

Si por un lado vemos un mercado de acciones cada vez más interesante, donde las bolsas de México, Chile, Perú y Colombia vienen hace años ganando buena visibilidad, por otro lado las posibilidades de invertir en estos mercados y hacer coberturas cuando es necesario ya no es una tarea fácil. Combinar un paquete de opciones en una operación de box es casi imposible. En el caso de la renta fija, en un mundo donde existen fuertes distorsiones entre tasas de interés, con el mundo desarrollado con tasas muy bajas vs. la región Latinoamericana donde estas varían en un rango entre 4% y 9%, la posibilidad de trades en activos basados en tasas, monedas e inflación se convierten en una interesante alternativa.

No es que estos trades no se realicen. Si se ejecutan, a través de una infinidad de operaciones OTC (over the counter – fuera de bolsa), donde es necesario firmar contratos bilaterales con una serie de contrapartes - en general bancarias - para poder obtener precios, los cuales no siempre son bien formados y donde la liquidez para armar y desarmar posiciones está lejos de ser razonable. El tema liquidez solo ya saca los fondos mutuos del juego.

En un mundo donde las calificadoras de riesgo rebajan notas de 15 bancos de una sola vez, imagínese qué pasa con las condiciones de riesgo de estos mismos contratos, cuando además del riesgo de mercado intrínseco a una operación uno tiene que poner precio en los riesgos de las contrapartes. Súmese eso a la creciente reglamentación que se viene estableciendo en los mercados en general, donde los temas de gobiernos corporativos, controles de posiciones, etc. son mucho más estrictos que hace 5 años. El resultado no podría ser otro: actualmente las áreas de Compliance y Riesgo de Mercado de las mesas de dinero de tesorerías y gestoras tienen un rol diferenciado, con igual relevancia que las propias mesas de dinero e influencia directa en la generación de ideas de estas.

Eso no sería tan complicado en Latinoamérica si tuviéramos en las Bolsas de cada país un mercado de derivados profundo donde uno pudiera operar opciones sobre acciones y tasas de interés, además de futuros de monedas, tasas y commodities, teniendo de esta manera un proceso de formación de precios más transparente, donde operarían inversionistas en general, con diversas finalidades, posibilitando añadir un número importante de estrategias.

Esto, por supuesto, no es fácil, ni mucho menos gratis. El precio de armar toda una plataforma tecnológica para consolidar y liquidar las operaciones es alto, incluyendo en esta cuenta los sistemas de riesgos, garantías, márgenes y controles que sean adecuados al tamaño de cada mercado y a las distintas normativas. Eso es válido para las Bolsas y, claro, para los players de mercado.

Por más que pueda demorar una década, es inexorable que los mercados Latinoamericanos transiten por este camino. Si van a lograr hacer eso de manera coordinada, visando aprovechar la escalabilidad posibilitada por acuerdos como el MILA, eso es otro tema. El MILA de la manera tradicional que lo conocemos – es decir, en su versión “long only” – ya tiene muchas trabas que enderezar en los próximos años, especialmente las tributarias.

Inicios de cambios se ven en diversas partes. Además de Brasil, con una Bolsa consolidada (pero todavía muy cerrada y cara al inversionista extranjero) y México, la Bolsa de Comercio de Santiago ya en 2013 va a empezar a presentar productos interesantes en futuros y opciones. En Chile, los intentos pasados en futuros de bonos de gobierno no fueron exitosos, se transaron solamente 4 contratos.

Finalmente, los cambios tienen que venir no solo por el lado de la oferta, pero claramente también por el lado de la demanda. Son los inversionistas institucionales que traen liquidez y profundidad a cualquier mercado. Ponerlos en razón de igualdad con un marco normativo de calidad es clave. Los mercados de derivados solo se ponen de pie cuando AFPs, Fondos Mutuos, Family Offices y arbitradores de precios en general tienen condiciones de acceder a estos mercados tomando posiciones tanto para hacer cobertura (razón original que ocasionó la creación de estos mercados) como para tomar riesgos direccionales.

En más o menos tiempo las bolsas latinoamericanas van a presentar estos productos, a depender de su liquidez. Esto va a tener un efecto importante en la oferta de valores y va a enriquecer las opciones a clientes de fondos, mejorando la competitividad entre los actores, lo que de todas maneras va a demandar mejores equipos, mejor capacitación de portfolio managers y mejores analistas. Difícil decir si los actores regionales están preparados para enfrentar un universo diferente del “long only” donde actualmente gran parte descansa.