Cuatro ideas de inversión en renta fija menos convencional que están ofreciendo rentabilidades atractivas

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GotCredit, Flickr, Creative Commons

Con buena parte del universo de renta fija soberana y corporativa con grado de inversión en negativo, más la posibilidad de que la Reserva Federal suba tipos antes de fin de año, la carrera por encontrar activos de deuda que aún ofrezcan una atractiva ecuación rentabilidad/riesgo va camino de convertirse en una contrarreloj.

Mark Boyadjian, gestor de Franklin Templeton Investments, dirige la atención hacia las dinámicas actuales del mercado de bonos flotantes: “Si los tipos de interés suben, pensamos que podría aumentar el número de inversores que busquen bonos flotantes por la expectativa de que unos tipos más altos en el corto plazo crearán mayor flujo de rentas. Pensamos que este potencial incremento de la demanda podría crear una escasez de bonos flotantes”.

Esta situación sería positiva, dado que “cuando la demanda supera a la oferta, las compañías a las que compramos bonos suelen relajar sus cláusulas y las provisiones de crédito que están construidas para proteger a los prestamistas, facilitando a más prestatarios asegurar sus préstamos”.

Estas perspectivas tienen una nota a pie de página: Boyadjian recuerda que muchos de estos títulos no tienen grado de inversión, lo que obliga a realizar un exhaustivo proceso de análisis para determinar los riesgos presentes en cada emisión. Por tanto, el gestor recomienda tres pautas a la hora de invertir en bonos flotantes: determinar el esquema de devolución del pago (los bonos flotantes tienen estatus sénior dentro de la estructura de capital), calcular si la compañía tiene suficientes activos como para garantizar la recuperación de la inversión en caso de impago o quiebra, y fijarse en los niveles de liquidez de la compañía.

Las titulizaciones (activos financiados a través de los mercados de títulos asegurados o mediante préstamos privados bilaterales) son la segunda sugerencia, de la mano de Alex Veroude, director de mercados de crédito de BNY Mellon IM. Veroude destaca la evolución favorable de la clase de activo en los últimos años: “La liquidez de las titulizaciones es más fluida de lo que la mayoría asume. El sector continúa con la recomendación de ‘comprar y vender’ gracias al aumento de las emisiones, lo que ha favorecido la entrada de inversores”. El director añade una matización: “La deuda ilíquida es difícil de transferir, pero no imposible. Hemos sido capaces de comprar y vender deuda ilíquida en el mercado secundario”.

El experto detalla que “el volumen de títulos asegurados aumentó alrededor del 50% en 2015, alcanzado los 6.200 millones de dólares”. De ellos, 3.500 millones corresponden a ABS, 2.100 millones a préstamos estudiantiles y 700 millones a valores crediticios de pequeños comercios. “Aproximadamente la mitad de este mercado cuenta con calificación crediticia y la otra mitad carece de rating”, puntualiza.

El tercer activo destacado son los bonos convertibles. Arnaud Brillois, responsable de renta fija convertible de Lazard Frères Gestion, afirma que “el mercado de bonos convertibles está suscitando un atractivo innegable”. Bajo su punto de vista, son varios los factores que están contribuyendo al incremento de los flujos hacia fondos que invierten en este tipo de deuda. Uno de ellos viene dado por el hecho de que dos tercios del mercado convertible estén calificados como high yield o no tengan calificación. “El reciente reposicionamiento del high yield hacia el grado de inversión en el marco de esta clase de activos ha permitido un aumento de la liquidez y de oportunidades de inversión”.

Asimismo, el experto opina que los convertibles pueden ofrecer en un contexto de volatilidad creciente en el mercado una oportunidad interesante para explotar el riesgo asimétrico. “Las condiciones actuales, de intensos reajustes en el conjunto de los mercados, representan un excelente punto de entrada o de refuerzo para los bonos convertibles”, declara.  

El último argumento de Brillois a favor de considerar este caso de inversión tiene que ver con la perspectiva de que se produzca una subida de tipos en EE.UU. este año: “Históricamente, los bonos convertibles han mostrado una buena resistencia a la subida de las tasas a causa de su poca sensibilidad”.

La idea que sugiere Mike Story, experto de PIMCO, se centra más bien en una oportunidad de arbitraje: comprar instrumentos de deuda de Europa y Japón y cubrirlos a dólares para explotar el fenómeno de los tipos negativos en ambas regiones. “Incluso los humildes bonos japoneses tienen una rentabilidad positiva una vez que se cubren en dólares”, afirma.

Si bien Story indica que los más beneficiados por esta estrategia serían los inversores estadounidenses, puntualiza que “es una oportunidad de arbitraje disponible para cualquiera que quiera prestar sus dólares en el extranjero”. El experto llega a una conclusión más amplia sobre este tipo de arbitraje: “Parece un momento oportuno para volverse global. Y, debido a su diversificación, las carteras de renta fija global tienden a ser más estables y a estar mejor protegidas de shock a nivel país, como una subida sorpresa de la inflación”.

 ¿Qué pasa con los activos más tradicionales?

Según Greg Venizelos, del equipo de análisis y estrategia de AXA IM, podría esperarse para el segundo semestre del año un patrón similar al de julio, cuando el high yield superó a la deuda con grado de inversión en Europa debido al Brexit. El experto se apoya en tres razones: los programas de adquisición de activos del BCE y el Banco de Inglaterra están alimentando la caza de rentabilidad; la perspectiva de una Fed dispuesta a subir tipos en 2016 centra la atención sobre el riesgo de duración;los buenos resultados en términos generales de los test de estrés a la banca y el plan de recapitalización de Monte dei Paschi han reducido el riesgo de contagio. “Estos factores deberían ser de apoyo de forma general para el crédito con beta alta (a través de la compresión de diferenciales”, afirma Venizelos.

La expectativa del experto es que “si el crédito ganase sólo la rentabilidad acumulada entre ahora y el final del año, la deuda global con grado de inversión podría alcanzar un 9% y el high yield global podría superar el 14%” (ver tabla).

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