¿Cómo serán los mercados dentro de 15 años?

¿Cómo se invertirá en el año 2030? A falta de una bola de cristal, la unidad de inteligencia de 'The Economist', bajo el patrocinio de Deutsche Asset and Wealth Management, ha realizado una encuesta entre 353 ejecutivos senior de compañías activas actualmente en los mercados, de los cuales un 47% son gestores o inversores institucionales, mientras que un 32% procede de compañías de bienes y servicios no financieros y el 22% trabajan en bancos o entidades depositarias. La distribución geográfica de los participantes de la encuesta es la siguiente: un 32% operan en Asia-Pacífico, un 30% en Europa, un 22% en Norteamérica y el 16% en otras partes del globo.

Asimismo, los responsables del estudio realizaron entrevistas en profundidad a 16 expertos, líderes corporativos y accionistas de compañías y organizaciones (incluyendo firmas de inversión, bancos, agencias regulatorias, cambistas y asociaciones internacionales), ejecutivos y académicos, y lo complementaron todo con una sustanciosa investigación de despacho. He aquí algunas de las conclusiones más interesantes.

La primera de ellas es muy positiva: entre el 60% y el 70% de los encuestados esperan que para 2030 los mercados globales de capital tendrán mayor profundidad, eficiencia y liquidez, frente al 10% que ve deterioro en estos tres campos. Sin embargo, los autores del estudio afirman que “los inversores siguen estando justificadamente preocupados, con un 65% de encuestados afirmando que el incremento de la regulación sobre los mercados desde 2008 no ha dirigido riesgos subyacentes al sistema”.

La encuesta profundiza en la globalización de los mercados de capital. Una de las conclusiones obtenidas es que resulta probable que las bolsas crezcan a un ritmo menor al que presentaban antes de la crisis, pero que permanecerán presentes los mismos riesgos de caídas. A un tiempo, muchos de los expertos consultados esperan la reanudación de la integración financiera, aunque a un ritmo más lento que en el pasado. Por otro lado, los encuestados han predicho que en 2030 también habrá una mayor integración de las instituciones del mercado, aunque esta integración será a un nivel regional, más que global.

También hay datos sobre convergencia regulatoria: la expectativa es que se produzca de forma informal y entre regiones: se observa por un lado que se ha avanzado mucho en materia regulatoria desde el estallido de la crisis, pero no se ignora que aún queda mucho trabajo por hacer. Los autores del estudio indican que muchos de los participantes creen que “la implementación es ahora una gran prioridad”. Asimismo, una mayoría cree que este proceso de convergencia se producirá más en el ámbito regional que de forma global y será posible a través de la cooperación o mediante legislación extraterritorial antes que mediante acuerdos formales. Se apunta como un sorprendente catalizador de dicha convergencia “la ventaja competitiva de los mercados con fuerte regulación”. Hay una nota negativa en estas reflexiones: varios expertos expresaron su preocupación de que el clima político actual pueda dar lugar a regulaciones irracionales que perjudiquen a la industria.

Por regiones, y en contra del sentimiento popular, los más de 300 encuestados han expresado su opinión de que Estados Unidos seguirá siendo la primera potencia financiera, incluso a pesar de la evolución de las economías emergentes. Eso sí, los participantes consideran que tener inversiones sustanciales en mercados en vías desarrollados “se convertirá en la norma”, dado que la proporción de encuestados con menos de un 25% de activos en estos mercados pasará del 60% al 24% en dentro de 16 años. Siempre según el estudio, Estados Unidos, China y Japón serán los mercados de deuda más importantes y Estados Unidos, China e India los preferidos de renta variable. En añadidura, un 54% de encuestados esperan que el dólar estadounidense siga manteniendo su status de divisa más popular.

En cuanto a la actividad de financiación, la previsión es que esté dominada por jugadores regionales y globales, y que abarque una gama de emisiones mucho más amplia que la actual. Muchos de los encuestados creen que los mercados estarán modulados por una mezcla de intercambios globales y regionales tanto de valores bursátiles como de títulos de deudas… lo cual se puede interpretar como un reflejo de mayor demanda respecto a la situación actual: “Las pequeñas y medianas compañías tienden a tocar los mercados locales y muchos inversores tienen un sesgo hacia su propio país”, recuerdan los autores del estudio.

Como última predicción dentro de este apartado, los encuestados creen que la inversión bursátil en compañías privadas se volverá rápidamente más atractiva que invertir en compañías públicas; en cuanto a la deuda, observan incremento del interés de los inversores tanto en la gubernamental como en la corporativa.

Y hablando de deuda: protagoniza otra de las principales conclusiones del estudio, pues muchos de los profesionales que participaron en él expresaron su preocupación en torno a la deuda gubernamental y el comportamiento de la inflación de cara a 2014. Mientras que la mitad de encuestados cree que es muy probable que la deuda soberana se debilite dentro de mercados nacionales como Alemania, Francia, Reino Unido, China, India, Brasil y Japón desde ahora hasta 2030, por otra parte más de un 75% de participantes opina lo mismo de Estados Unidos.

Además, muchos de ellos han advertido sobre los peligros de un elevado endeudamiento sobre el PIB, aunque unos cuantos escépticos han señalado que la incertidumbre en torno al impacto político concreto del endeudamiento “puede probar que no sea un problema tan grande”. Finalmente, casi 5 de cada 10 participantes han afirmado que dólar, renminbi y euro experimentarán niveles de inflación que tendrán un efecto sustancialmente negativo sobre los mercados internacionales en 2030.

El último punto digno de mención se refiere al avance de las tecnologías dentro de la industria de la inversión: un 66% de los profesionales creen que servirán para crear nuevos modelos de negocios para agregar capital o cruzar órdenes de compra y venta. El reverso de la moneda es que un 41% estima que el rápido avance tecnológico dificultará la regulación de las transacciones entre mercados internacionales, mientras que un 23% está en contra de esta afirmación.