Evolución del mercado de deuda corporativa emergente en los últimos diez años

China, gallo, luces, emergentes
Swiss James, Flick, Creative Commons

Si bien la deuda corporativa emergente se está convirtiendo cada vez más en un compartimento obligado en la cartera para aquellos inversores que busquen rentas y diversificación, hace diez años la clase apenas estaba en las primeras fases de desarrollo. Péter Varga, gestor de Erste, recuerda que desde que su firma lanzase el Erste Bond Emerging Markets Corporate, en 2007, “el universo de la deuda emergente corporativa ha madurado visiblemente”.

El gestor se refiere por ejemplo al crecimiento del universo, que en los últimos diez años se ha quintuplicado en tamaño. “Con un volumen de 1.700 millones de dólares, casi coincide hoy en día con el mercado estadounidense de high yield”, indica; esta suma duplica además al tamaño del high yield europeo. Por estas razones, Varga piensa que, en el futuro, “los bonos de compañías basadas en mercados emergentes podrían jugar un rol más grande” en las carteras de los inversores.

Una evolución constante

En la última década también ha cambiado la mentalidad de las compañías emergentes, que han buscado un uso más eficiente de su balance y gracias a esto muchas se han animado a emitir deuda por primera vez – en numerosas ocasiones con calificación de grado de inversión-, contribuyendo así a mejorar la diversificación y la profundidad del universo. “Las compañías de mercados emergentes están significativamente menos apalancadas que las compañías del mundo desarrollado. El rating medio se sitúa entre BBB- y BB-, en el umbral con el segmento de high yield”, explica Varga.

La diferencia que presentan con las empresas desarrolladas, en su opinión, es que “la carga agregada de deuda de todas las empresas emergentes supone sólo la mitad de los emisores estadounidenses de deuda high yield”. O lo que es lo mismo, “rendimientos similares a los del segmento estadounidense de alto rendimiento con un riesgo fundamental mucho más bajo”, de ahí que el gestor considere que esta clase de activo pueda ser atractiva para los inversores institucionales que tengan un horizonte de inversión largo.

De hecho, el mercado corporativo emergente ha estado tradicionalmente dominado por inversores institucionales. El gestor cree que también podría empezar a ser más popular entre los inversores minoristas, en parte por la transformación del perfil demográfico de los países en vías de desarrollo: amén de la creciente incorporación de individuos a las clases medias en estos países, a medida que estos envejecen y cambien sus necesidades de ahorro irán rotando sus inversiones desde la renta variable a la renta fija. Teniendo en cuenta que los bonos de empresas emergentes están ofreciendo actualmente un rendimiento de entre el 5% y el 6% en dólares, “sobre una base ajustada al riesgo, baten en rentabilidad a las acciones”. “Incluso en tiempos de subidas de tipos, los diferenciales son suficientemente elevados como para absorber los efectos negativos”, añade Varga.

El fondo – calificado como Consistentes Funds People- llega a su décimo aniversario presumiendo de haber sido capaz de generar un rendimiento anualizado del 6,35%. Su patrimonio actual asciende a 431 millones de euros (datos a 30 de junio), y la estrategia suma 1.700 millones en total si se le suman los mandatos institucionales.