Cómo afecta la regulación bancaria a la industria de gestión de activos

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Angelocesare, Flickr, Creative Commons

Una de las consecuencias más visibles de la crisis financiera ha sido el fuerte desarrollo de nueva regulación –que muchos han comparado con un auténtico tsunami regulatorio– orientado a garantizar un mejor control y una mayor transparencia de las actividades del sector financiero. La industria de gestión de activos no ha sido ajena a este movimiento y se enfrenta a diversos retos relacionados con la aplicación de MiFID II, la transición hacia un sistema de compensación centralizada, así como el mayor escrutinio de la banca en la sombra.

Pero, probablemente, el sector en el que más se ha cebado la presión regulatoria ha sido el bancario, auténtico vértice de la crisis. Tal y como señala Standard Life Investments en un informe reciente, la nueva normativa bancaria que encarna Basilea III “no se limita a definir los parámetros financieros sobre capital, liquidez e interconexión del sistema en situaciones normales, sino que establece cómo gestionar los bancos en momentos de estrés para evitar que el sector tenga que ser rescatado”, lo que en la práctica se traduce en que los bancos “mantengan ratios de capital más altas y colchones de liquidez más robustos, que tengan una menor tolerancia al riesgo y que se centren en el verdadero coste económico de ofrecer un servicio bancario completo”.

Siete años después del desplome de Lehman Brothers, “las normas han conseguido que los bancos reduzcan significativamente las operaciones más arriesgadas pero también han provocado que el resto del sector registre un nivel de rentabilidad subóptimo”, apuntan desde la casa escocesa, obligando a las entidades a reducir sus asignaciones de capital o a cerrar las líneas de negocio más costosas o menos rentables –como la banca de inversión y la negociación por cuenta propia (proprietary trading)– a favor de otras actividades orientadas a facilitar el negocio de clientes.

Cuatro consecuencias para la industria de gestión de activos...

“Resulta ingenuo pensar que parte de la industria de servicios financieros se pueda ver afectada por la regulación sin que el coste se repercuta en la cadena de valor”, afirman los expertos de Standard Life. Puesto que las gestoras de activos son uno de los principales clientes de los bancos, la firma identifica cuatro consecuencias probables del nuevo entorno bancario.

1. Mayor riesgo de contraparte: “La reducción del universo bancario, ya sea en términos generales –como resultado del proceso de consolidación entre entidades– o de ciertos servicios, implica una concentración de las contrapartes con las que pueden trabajar las gestoras de activos, lo que acabará incrementando el riesgo de contraparte”.

2. Mayores dificultades para ejecutar las estrategias de inversión, y a un mayor coste: Las mayores exigencias de capital que impone la nueva regulación dificultan la ejecución de ciertas estrategias de inversión en un mundo en el que la liquidez también es menor. “Muchas de las soluciones de inversión más complejas que ofrecen las gestoras requieren acceder a los balances de los bancos de inversión para poder se ejecutadas de forma eficiente”, explican los autores del informe.

Sin embargo, los bancos tienen ahora un conocimiento mucho más sofisticado de la rentabilidad de sus diferentes productos y clientes, por lo que “las gestoras que requieran una elevada capacidad de balance para ejecutar soluciones de inversión para sus clientes pero que generen poco negocio rentable para el banco, acabarán por no poder ofrecerla o verán incrementados sus costes hasta el punto de que no les resulte rentable ofrecer ese producto”.

3. Más importancia del sell-side y del colateral: Standard Life anticipa que “la estructura de la negociación cambiará para las firmas ‘del lado comprador’ (buy-side), que deberán trabajar cada vez más con ‘el lado vendedor’ (sell-side) y, al mismo tiempo, buscar otras formas de conectar con la liquidez del mercado”. Este cambio podría conllevar la revisión de los contratos ISDA que rigen las operaciones con derivados “para que exijan garantías más robustas, como efectivo o bonos de gobiernos del G7” o el neteo de derivados, “para reducir el uso de los escasos recursos del balance”. Las gestoras, a su vez, tendrán que ser mejores y más eficaces en la gestión del colateral.

4. Nuevas soluciones para garantizar la liquidez: Con el fin de mejorar la liquidez, la industria de gestión de activos deberá plantearse nuevas soluciones “como las redes de negociación peer-to-peer o la estandarización del mercado de bonos corporativos, por ejemplo”.

… y cómo gestionarlas

Ante esta situación, Standard Life aboga por que las gestoras de activos adapten sus modelos de negocio a la nueva realidad para poder seguir ofreciendo las soluciones más adecuadas a sus clientes. Para ello, se hace imperativo que ganen un mayor entendimiento del valor que aporta su negocio al sector bancario, que identifiquen a sus principales contrapartes y que cuantifiquen sus necesidades de balance, para lo que deberá conocer la intensidad de capital de su gama de producto y plantearse una financiación cruzada entre diferentes clientes y productos.

La gestión activa de la liquidez y la optimización entre productos ganará importancia y el ‘descubrimiento de liquidez’ ganará peso entre las funciones de las mesas de negociación. Además, los gestores de carteras deberán prestarle más atención “no solo a la mejor estrategia de entrada en una operación, sino también a la posible estrategia de salida”, añaden.

Además, el incremento de costes que probablemente experimentarán las soluciones de inversión complejas que exijan el uso de derivados o de apalancamiento provocará que el tamaño sea un factor decisivo a la hora de ofertar con éxito este tipo de productos.