Clases limpias y superlimpias: análisis de la nueva realidad que introduce la RDR

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Dennis'Photography, Flickr, Creative Commons

El Reino Unido fue uno de los primeros países en introducir regulación que prohíbe expresamente las retrocesiones, es decir, el pago de comisiones por parte de las gestoras a los intermediarios. Lo hizo a través de la RDR (Retail Distribution Review), normativa a través de la cual se busca elevar los estándares del asesoramiento profesional mediante la introducción de sistemas formales de acreditación, reforzar los niveles de capitalización de los asesores, mejorar el conocimiento general de los consumidores con respecto a los diferentes tipos de asesoramiento a su disposición y fomentar la transparencia, al pasar de un modelo de comercialización basado en las comisiones a otro basado en el pago por el asesoramiento, reduciendo los potenciales conflictos de intereses.

Centrada en la distribución minorista, la nueva normativa establece una diferenciación clara entre los asesores independientes, que son aquellos que siguen un modelo de arquitectura abierta, y los restringidos, aquellos que solo ofrecen asesoramiento sobre ciertos productos o sobre ciertas entidades (lo que en España se conoce como arquitectura guiada). La RDR entró en vigor en Reino Unido y Holanda y ya está en marcha una segunda versión (RDR 2), aunque se ha establecido un periodo de adaptación hasta abril de 2016 durante el que el modelo tradicional convivirá con el nuevo. Desde su incorporación, los efectos que está teniendo en la industria de fondos británica son múltiples, sobre todo entre los asesores independientes británicos, cuyo número se ha reducido y muchos de los cuales se han visto obligados a empezar a trabajar juntos para aprovechar las oportunidades que no tendrían haciéndolo por separado (leer más).

Pero no solo ellos han tenido que mover ficha. Para los proveedores de fondos la reforma se tradujo en la obligación de ofrecer varias clases de acciones nuevas. Habitualmente, un fondo de renta variable cargaba una comisión de gestión anual (CGA) en torno al 1,5%. Con anterioridad a la RDR, de dicho porcentaje, un 0,5% se pagaría en concepto de retrocesión y otro 0,25% como descuento a las plataformas. En el nuevo entorno ambas pagos desaparecen. Como resultado, muchos proveedores lanzaron nuevas clases de acciones sin retrocesión (normalmente con una CGA del 1%), y lo que ahora se conoce como una “clase limpia” del 0,75% (sin retrocesión ni descuento). Las clases existentes de momento siguen ahí para el negocio anterior, pero el objetivo es que todo el negocio se pase a la clase limpia.

Ya han pasado más de dos años desde la introducción de la RDR y básicamente todo el negocio nuevo que entra en el segmento minorista, especialmente desde las plataformas de fondos, lo hace en clases limpias. Además, con la entrada en vigor de la segunda fase de la RDR, en abril de 2014, la FSA prohibió las retrocesiones a las plataformas, por lo que, ahora, las gestoras no pagan comisiones a los asesores ni retrocesiones a las plataformas por el negocio nuevo que generan. Así que todo el negocio nuevo que entra desde las plataformas va a las clases limpias. Es importante poner el énfasis en las plataformas porque, en el Reino Unido, más del 85% del negocio nuevo entre fondos viene por este lado, lo que las convierte en un elemento esencial.

A partir de abril de 2016, las retrocesiones dejarán de existir del todo en las plataformas (incluso para los productos contratados antes de la introducción de la RDR) por lo que estas últimas tendrán que transferir a todos sus clientes a clases limpias. En consecuencia, a partir de abril de 2016, solo se pagarán retrocesiones en aquellos productos contratados antes de la introducción de la RDR por otra vía que no fuesen las plataformas. La gran pregunta es qué pasará con este negocio, que sigue siendo bastante grande. Los reguladores prohibieron primero el pago de comisiones y retrocesiones para el negocio nuevo (enero de 2013), luego prohibieron las retrocesiones para el negocio nuevo de las plataformas (abril de 2014) y a partir de abril de 2016 estarán prohibidas las retrocesiones para el negocio de las plataformas previo a la RDR.

El siguiente paso será prohibir las comisiones para el negocio previo a la RDR de los productos no contratados mediante plataformas. Aún no hay una fecha prevista para ello, y MiFID II tampoco establece una fecha, pero todo parece indicar que esto sucederá en los próximos dos o tres años, por lo que prácticamente todo el negocio se traspasará a clases limpias y, como consecuencia de ello, las clases más caras acabarán desapareciendo. Lo que introducirá MiFID II a partir de enero de 2017 es la prohibición de estos pagos también entre inversores profesionales. Es decir, si un asesor financiero independiente asesora a un inversor profesional, MiFID II prohíbe el pago de retrocesiones. En Reino Unido, el regulador aplicará esta medida tanto a los asesores independientes (IFA) como a los no independientes por lo que la prohibición del pago de comisiones y retrocesiones dejará de ser exclusiva del segmento retail y pasará a aplicarse también a los inversores profesionales y, de nuevo, prácticamente todo el negocio se moverá a clases limpias.

Evolución de los flujos y estructura de las nuevas clases

De hecho, esta tendencia ya se está apreciando en la evolución de los flujos. El dinero que entra en las clases limpias ha aumentado considerablemente, mientras que en el caso de las clases de acción que cobran más comisiones se desploma. Asimismo, el patrimonio de las clases más caras se está reduciendo al mismo tiempo que aumenta el de las clases de acción más baratas. La tendencia es evidente y el cambio se completará en el próximo par de años.

Si analizamos la estructura de comisiones típica de un fondo de renta variable en el Reino Unido, las clases que soportan el pago de comisiones sumarían 150 puntos básicos. Tras la prohibición del pago de retrocesiones, sumarían 100 puntos básicos y para la clase limpia el precio sería de 75 puntos básicos. En el caso de un fondo de renta fija podrían ser 50 puntos y en el caso de fondos del mercado monetario incluso menos. Así que, ahora mismo, el precio de la clase limpia para un fondo de renta variable serían 75 puntos básicos. La cuestión es si ese precio se reducirá aún más en el futuro.

¿Las gestoras están creando clases limpias o solo algunas?

Prácticamente todas las gestoras presentes en el Reino Unido cuentan con clases de acción limpias porque no parece muy justo para los inversores que se les cobren todas las comisiones y que, además, tengan que pagar por el asesoramiento. En algunos casos, la clase limpia es simplemente la institucional, es decir, las gestoras aplican el mismo precio que les cobrarían a los inversores institucionales. Así que todas las gestoras existentes y las nuevas gestoras usarán las clases limpias. La duda está en si todas conseguirán distribución a ese precio. Antes de la introducción de la RDR, las plataformas negociaban retrocesiones y algunas firmas concedían retrocesiones más elevadas pero ahora, tras la prohibición de las retrocesiones, las plataformas compiten entre sí y están intentando que las gestoras rebajen aún más los precios y ofrezcan clases de acción superlimpias.

En este sentido, las grandes gestoras están manteniendo el precio de las clases limpias. Sin embargo, las gestoras más pequeñas, que necesitan distribución, están sacando clases de acción superlimpias para intentar acceder a las plataformas de fondos. Este tipo de entidades han empezado a rebajar sus precios por debajo de esos 75 puntos básicos. En todo caso, lo más interesante de la introducción de la RDR es que pone de manifiesto el verdadero coste de la gestión activa. Es decir, el coste del producto se ha reducido a la mitad, de 150 puntos básicos a 75, lo que es bueno para el inversor, pero el coste total ha aumentado por el asesoramiento.

Los fondos de inversión: ¿beneficiados o perjudicados por la RDR?

Los fondos han sido los grandes ganadores de la RDR en el Reino Unido porque normalmente pagaban menos retrocesiones que otros productos (al pagar menos retrocesiones, los asesores tenían menos incentivos para colocar estos productos entre sus clientes). Ahora, las reglas son iguales para todos: los asesores solo cobran por el asesoramiento y ya no cobran tarifas diferentes a fondos de pensiones, aseguradoras o fondos de inversión. A los ETF y a los productos de gestión pasiva también les ha ido bastante bien porque ahora compiten al mismo nivel que otros productos. Así que la RDR ha sido positiva para los fondos de inversión, aunque resulta un poco más difícil saber si también lo ha sido para los inversores porque, si sumamos todos los costes, el coste total ha aumentado, a pesar de que el precio de los productos se ha reducido.

De forma más general, MiFID II acierta al prohibir las retrocesiones únicamente entre los asesores y los gestores de cartera independientes. En Europa continental, los asesores y gestores de cartera no independientes podrán seguir percibiendo retrocesiones lo que, por otro lado, facilita que todo el mundo pueda recibir asesoramiento; uno de los problemas en el Reino Unido es que mucha gente ya no tiene acceso al asesoramiento porque el coste es demasiado elevado. Así que MiFID II es más equilibrada en ese sentido. Aun así, el regulador británico va más allá y prohibirá todas las retrocesiones; en Holanda también y ahora parece que otros países como Suecia y Dinamarca se lo están planteando.

Si hablamos de regulación en términos más generales, la industria de gestión de activos está ahora mismo en el punto de mira y las instituciones empiezan a plantearse si los fondos de inversión pueden suponer un riesgo sistémico. En este sentido, el regulador británico ha creado un equipo especial para monitorizar más de cerca la actividad de las gestoras de activos y cada vez se habla más de transparencia en cuanto a los costes y las comisiones, lo que resulta paradójico porque en general los fondos UCITS ya son los productos más transparentes del mercado. Ahora, tanto MiFID II como el regulador británico creen que quizás haya que ir más allá y ser más transparentes. De este modo, tras bancos y aseguradoras, le ha llegado el turno a la industria de gestión de activos. ¿Esto es bueno o malo? Pues todo dependerá de hacia donde se oriente la regulación.