Cinco años después de Lehman, el dilema son las políticas monetarias

Las políticas monetarias que salvaron el día en los inicios de la crisis financiera, ahora suponen un dilema. Los principales bancos centrales del mundo, incluyendo la Fed, aún no saben cuándo ni cómo atenuar sus políticas monetarias extraordinariamente laxas. Mientras que las condiciones monetarias parecen necesitar un endurecimiento gradual para evitar presiones inflacionarias, resulta que cualquier cambio puede poner en peligro las posibilidades de una recuperación económica sólida. El rápido deterioro de las monedas emergentes actúa como una señal de advertencia del posible desastre que se avecina. El flujo de capital que antes inundaba a estos países, ahora están en retirada. Ésta salida podría cobrar impulso, sin tiempo de reacción para los emergentes, lo que podría generar una nueva crisis global. 

Sin embargo, hay algo que todos tienen claro. Como indica Axel Christensen, responsable de estrategias de inversión para BlackRock en Latinoamérica e Iberia, "en algún momento, no solamente Estados Unidos tendrá que regresar a la normalidad, sino también otros países. Nunca habíamos visto de manera tan masiva la aplicación de medidas de estímulo, y no existe un plan a detalle de cómo hacerlo”.

Mientras tanto, la banca estadounidense está cada vez más concentrada. Los activos de las seis mayores entidades financieras de Estados Unidos son ahora un 28% superiores a los niveles de 2007, y a pesar de los progresos, todavía queda mucho camino en lo que se refiere a los cambios regulatorios pensados para fortelecer el sistema.

Para agunos expertos, las debilidades estructurales en el sector financiero, como el apalancamiento y el riesgo moral, todavía no se han abordado de una manera seria. Para otros, consideran que se ha alcanzado un exceso de regulación que está frenando el crecimiento de la industria y la innovación en el sector.

Las nuevas reglas del juego

Actualmente, según estima la firma de abogados Davis-Polk (adoptada en 2010), el 40% de las normas de la ley "Dodd-Frank" han sido implementadas. La ley es una ambiciosa legislación de 3.200 páginas, donde se especifica que los grandes bancos de Estados Unidos deben crear unas hojas de ruta para ser liquidados en el caso de nuevas crisis. La idea es que estos "testamentos" eviten el frenético fin de semana que se vivió con Lehamn Brothers, cuando las autoridades no llegaron a entender la verdadera dimensión de los activos del banco.

Dentro de esta ley se incluye la controvertida "Volker Rule", bautizada en honor al que entonces presidente de la Reserva Federal, Paul Volcker. Busca prohibir a los bancos hacer inversiones especulativas en beneficio propio y no en el de sus clientes, lo que se ha encontrado con una fuerte oposición por parte de los pesos pesados de Wall Street. En mayo del año pasado se volvió a abrir el debate sobre la necesidad de poner en marcha finalmente la normativa, después de que se descubriera que JPMorgan Chase incurrió en unas pérdidas de más de 6.000 millones de dólares debido a unas arriesgadas operaciones en derivados en su oficina de Londres.

Eugenio López Garza, director general de Fitch Ratings México, recordó a El Economista que Lehman Brothers quebró porque “los mecanismos de financiamiento y de cobertura de riesgos (derivados) evolucionaron tan rápido que hubo entidades que se quedaron rezagadas, y resultó que se encontraron frente a otros riesgos más fuertes que no tenían claros y no supieron manejar”.

 

Entre el 12 y el 15 de septiembre de 2008, Lehman Brothers escribió las últimas páginas de su centenaria historia. Su caída originó un colapso del sistema financiero que derivó en una oleada de quiebras empresariales -mayoritariamente bancarias- y en el derrumbe de las bolsas internacionales, que no tocaron suelo hasta seis meses después. Este es considerado, por muchos, como el origen de la crisis más profunda y prolongada desde la Gran Depresión de los años 30.