Brasil, ¿eterna promesa o sólida realidad?

La maquinaria económica brasileña ha demostrado su potencia con su rápida salida de la crisis de 2009. Sin embargo, recientemente han aflorado algunos desequilibrios estructurales peligrosos que hacen dudar del paso del país de la “eterna promesa” a una “economía sólida y verdaderamente influyente a escala mundial”. El mercado laboral brasileño ha mejorado incesantemente estos últimos años: las disparidades de distribución de la renta se han resuelto lentamente, mientras que la clase media, que crece rápidamente, proporciona al país una nueva capa de consumidores potenciales.

Pero la buena reactivación de la demanda interna, que favorece a toda la economía local, también ha provocado un aumento de las tensiones inflacionistas en el país. Las subidas de precios sustanciales han afectado a casi todos los sectores económicos, de modo que los índices de referencia han subido brutalmente estas últimas semanas; el Banco Central de Brasil (BCB) ha revisado varias veces al alza sus propias estimaciones para los próximos meses, contribuyendo con ello a generar un clima de incertidumbre generalizada. 

Para reducir la inflación por debajo de los límites establecidos, se han decidido varias subidas de tipos de interés durante el último año, pero sin un resultado definitivo. Además, las autoridades han dejado que la divisa flote libremente, sin tener en cuenta el hecho de que la inflación brasileña está más ligada a factores internos que externos, e infravalorando los “efectos secundarios” de esa estrategia.

Últimamente, las preocupaciones del gobierno brasileño están más centradas en el objetivo de reducir, o al menos estabilizar, una distribución del crédito que ha explotado literalmente estos últimos años. El BCB está convencido de esta estrategia, a pesar de que los resultados son poco visibles de momento. Además, durante la segunda mitad del año podrían surgir nuevas presiones inflacionistas debidas a las negociaciones salariales previstas o a la fluctuación del precio de las materias primas.

Por lo tanto, los próximos meses serán cruciales para demostrar si el país está en condiciones de controlar estos problemas y de perfilarse como un actor de alto nivel en la economía mundial.