BLI: buenas perspectivas para el precio del oro

Según explica Wagner, la idea de que los bancos centrales, llegado el caso, podrán retirar rápidamente la liquidez excesiva que ellos mismos han inyectado, y normalizar los tipos de interés no es creíble en un contexto de sobreendeudamiento. “La necesidad de realizar reformas estructurales para mejorar de manera duradera las finanzas públicas de los países industrializados choca con las realidades del proceso democrático y la confianza en la integridad de los gobiernos y los bancos centrales no deja de disminuir. Al mismo tiempo, aumenta la necesidad de un valor refugio”.

La cotización del oro está determinada fundamentalmente por la demanda de oro con fines de inversión, en contraposición a la demanda con fines industriales, que se mantiene relativamente estable. Por lo que respecta a la oferta, no se prevé un aumento sustancial en los próximos años, señala el experto.

“En la actualidad, reina la calma”, afirma. “Mientras persista esta calma, el oro seguirá resultando poco atractivo. Es más, podríamos ser testigos de una continuación de las salidas de capitales de los fondos indexados que invierten en oro. Así pues, esos fondos se verían obligados a vender oro físico para hacer frente a esas salidas, lo que crearía una especie de círculo vicioso”, añade.

Pero en el medio plazo, asegura, “el entorno macroeconómico sigue beneficiando al oro, y el pesimismo que se cierne sobre el metal amarillo (y las empresas auríferas) resulta más bien alentador”.

Durante el último gran mercado alcista del oro en la década de los 70, el precio del metal amarillo cedió casi un 45% entre febrero de 1975 y agosto de 1976. Muchos observadores opinaban que las condiciones económicas que habían provocado la subida de la cotización del oro en 1973 y 1974 habían desaparecido y que el ciclo alcista del oro había llegado a su fin. En los tres años siguientes, el oro se apreció casi un 700%.