Aviva Investors: qué pasa si hay un default de Grecia

Stewart Robertson, economista senior de Aviva Investors en Londres cree que un default de algunas partes de la deuda de Grecia es el resultado más probable. Sin embargo, mientras que un default podría agravar la recesión en la Eurozona, no conduciría inevitablemente a una crisis de los mercados financieros globales en la medida en la que lo fue la crisis de Lehman Brothers en 2008. Aunque este riesgo existe, hay muchas acciones de las autoridades competentes aún pueden tomar para evitarlo.

 

"Europa tiene que despertar y actuar para poner fin al drama griego y minimizar el potencial contagio. Hay simplemente demasiada deuda en el sistema griego, y el progreso será difícil hasta que haya una mayor aceptación de que la deuda no puede pagarse, que los activos deben ser depreciados y el sistema recapitalizado. La trampa de la deuda lógicamente tiene que terminar en algún tipo de suspensión de pagos".

 

Según Robertson, las experiencias en América del Sur y otros lugares han demostrado que una reestructuración ordenada y la reducción de la deuda externa puede restaurar la sostenibilidad de la deuda, la competitividad y el crecimiento. Sin embargo, esto a menudo implica oleadas inflacionarias y devaluaciones de la moneda, las cuales no están disponibles para Grecia en la Eurozona. Grecia y otros países vulnerables tienen las siguientes opciones, según el experto: una tasa de cambio del euro más débil; rápidas mejoras en la productividad derivadas de las reformas estructurales; grandes reducciones en los precios y salarios; una nueva moneda y devaluación.

 

Con las tres primeras opciones poco probables, la última -una nueva moneda y devaluada- plantea una pregunta clave: ¿seguirá siendo Grecia parte de la Eurozona, o saldráy adoptará algún tipo de "nuevo" dracma? Robertson cree que la salida es plausible. El euro se ha debilitado ante el incremento en los últimos meses de las preocupaciones por el futuro de la moneda única. Sin embargo, en el largo plazo, podría fortalecerse en vista de que una pequeña selección de las naciones más fuertes compartirán la moneda en el futuro.

 

Robertson describe más riesgos a corto plazo, ya que una moratoria griega podría provocar que los inversores tengan que navegar con cuidado. Entre ellos, la volatilidad del mercado: “a pesar de que la posibilidad de impago ha asustado a los mercados en varias ocasiones durante el verano, en el caso de un incumplimiento griego habría grandes caídas en los activos de riesgo, en especial las acciones. Sería incierto hasta qué punto el sistema bancario queda mutilado. Podría haber adquisiciones gubernamentales de varios bancos europeos. Además, los rendimientos de otros mercados de bonos periféricos podrían elevarse, situándolos más cerca de rescate, suspensión de pagos o de reestructuración”.

 

En segundo lugar, la consecuencia sería el contagio: un riesgo que debe ser cuidadosamente gestionado por las autoridades europeas. “Un default griego fractura la idea de que es imposible la suspensión de pagos para una nación de la zona euro y la atención se vuelve hacia los demás. Por tanto, es vital para otros países vulnerables - Portugal, Irlanda, España e Italia – que utilicen el tiempo antes de una moratoria griega para poner en la senda de la sostenibilidad sus economías y finanzas públicas”.

 

La tercera consecuencia sería la recesión: “una moratoria griega aumentaría el riesgo de una nueva recesión, más profunda en Europa y en otros lugares. Si el sistema bancario europeo se derrumba como resultado de la crisis del euro, éste rápidamente se podía transmitir a través de canales en otros lugares de los mercados financieros de una manera similar a la 2007-2008. Por lo tanto, el Banco Central Europeo (BCE) podría verse obligado a actuar de manera más agresiva, tal vez persiguiendo de manera más explícita una flexibilización cuantitativa y reducir las tasas de interés hasta niveles cercanos a cero el próximo año. Un default no conduciría automáticamente a una crisis al estilo Lehman en los mercados financieros, pero aumentaría el riesgo de forma que las autoridades pertinentes deben actuar con rapidez”, dice el experto.

 

La conclusión de Robertson es que, aunque los problemas de la zona euro se resuelven a largo plazo, hay una sensación de que hoy la crisis está teniendo un pico. "Aunque la zona euro podría ser diferente en el futuro, en mi opinión, seguirá existiendo. Y no hay que olvidar que el BCE puede - si se tiene que - hacer mucho más para impulsar la economía y que la situación fiscal de la zona en general es manejable. Aunque existe la posibilidad de alteración y agitación en la zona euro, también existe la posibilidad de algún tipo de solución viable que nace de la crisis. El sentimiento y los mercados seguirán volátiles durante algún tiempo y los inversores deben actuar en consecuencia: después de grandes caídas en el mercado de valores, el potencial de crecimiento está ahí. Pero hay mucho que decir acerca de importancia de la cautela y la cobertura de las carteras”, apostilla Robertson.