Amundi: los grandes desafíos que amenazan la supervivencia de Europa en 2015

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Foto cedida

En 2015 se cumple un aniversario funesto, el del primer lustro tras el estallido de la crisis de la deuda soberana. Cinco años después, la zona euro está rozando la deflación. El desempleo sigue siendo uno de los problemas más preocupantes en la región, junto con la fragmentación económica y financiera. Los países conocidos en aquellos días como PIGS han emprendido reformas y están empezando a notar los efectos de los ajustes… pero las tres principales economías de la eurozona (Alemania, Francia e Italia) muestran signos de debilidad. “Los problemas de viabilidad de la moneda única a medio plazo y de la sostenibilidad de la deuda siguen sin resolverse”, afirma Didier Borowski, responsable de análisis y estrategia de Amundi.

Dos soluciones contrapuestas

A la hora de buscar soluciones para la situación de la eurozona, Borowski distingue entre dos escuelas de pensamiento enfrentadas en el ámbito político: “Por un lado, están aquellos que piensan que la eurozona puede ser ‘arreglada’ al complementar y reforzar sus instituciones y la supervisión macro, completando la unión bancaria, pasando por el camino de las reformas estructurales, incrementando el gasto en infraestructuras, acordando un QE del BCE y demás”. Indica que las principales autoridades europeas (la Comisión Europa, el BCE y muchos de los gobiernos de la eurozona) y los organismos internacionales (FMI, OCDE) se sitúan en este grupo.

La opinión contraria, más bien minoritaria, es la conformada por los euroescépticos, que a su vez están divididos. En líneas generales, creen que “estas medidas son un fracaso, cuando no contraproducentes o incluso ilegales (en el caso del BCE)”, explica el experto. Para los del último subgrupo, la creencia general es que “la deuda de los países mas vulnerables debería ser reestructurada y, si es posible, estos países deberían salirse de la zona euro, aunque manteniendo la posibilidad de reincorporarse más tarde”.

Esta división lleva a Borowski a constatar que “todo el mundo está de acuerdo con la necesidad de aplicar reformas estructurales. Pero las políticas al respecto todavía adolecen de suficiente coordinación dentro de la eurozona”. Como telón de fondo están las limitaciones presupuestarias, que varían de país a país e impiden un esfuerzo coordinado. “La intersección de estas dos dimensiones –políticas estructurales y políticas presupuestarias- está en un punto muerto”, añade, en referencia a que muchos países han dado prioridad a las reformas vinculadas al ajuste presupuestario, antes que a reformas con un componente de crecimiento. El experto opina que “el recientemente anunciado Plan Juncker, combinado con las medidas de expansión del BCE en forma de QE, es un paso en la dirección correcta. Sin embargo, aún no es suficiente para estabilizar la eurozona en el largo plazo”.

El responsable de Amundi avanza que “si la estrategia actual no muestra resultados en los próximos dos años, la eurozona rápidamente afrontará sus viejos demonios: la carencia de coordinación y la tentación de arreglarlo todo con deuda. Inevitablemente, estos escenarios reforzarían el impulso de salirse del euro”. Esto conduciría a un repunte de las primas de riesgo, al exigir los inversores una rentabilidad adicional para invertir en renta fija… con todo lo que conlleva para la financiación de la deuda pública.

El posicionamiento de Amundi

Borowski aporta su propio punto de vista sobre las soluciones más apropiadas para la zona euro: “Al contrario de lo que se ha discutido a veces, tener a uno o más países dispuestos a dejar la eurozona no es la solución. Esto extendería la desconfianza a lo largo de los mercados y deletrearía el fin de la moneda única”. Tampoco ve sentido a una salida temporal del euro, ya que en caso de un shock externo se empezaría a especular con la depreciación de las divisas y los tipos de interés incorporarían primas sobre los tipos de cambio vinculadas al riesgo de devaluación.

Para él, tampoco es una solución dividir el euro para dos categorías de países, el núcleo versus la periferia, dados los distintos grados de recuperación de las naciones. “¿Dónde se trazaría la frontera? ¿En qué grupo estaría Francia?”, se pregunta. En otras palabras, afirma que “la salida de los países más débiles del euro, incluso si es presentada como temporal, tarde o temprano anunciaría la desmantelación completa de la eurozona, el uso rampante de devaluaciones competitivas y, al final, la reestructuración de la deuda”.

Conclusiones

La estrategia actual que están fomentando las autoridades europeas se basa para Borowski en tres pilares: las reformas estructurales, la recuperación del gasto en infraestructuras y un QE patrocinado por el BCE, de los cuales los dos primeros tardarán todavía años en ofrecer resultados concluyentes, por lo que el experto señala que “es en el frente de la coordinación donde deben hacerse más progresos”.

Si este triple cometido falla, el estratega anticipa que la eurozona caerá con todas las de la ley en un escenario de estanflación, con tal fragmentación en la Unión Económica y Monetaria que “la institución no sobreviviría mucho tiempo”. Advierte asimismo que, aunque se pondrían rápidamente sobre la mesa alternativas para evitar una completa catástrofe, “sería un error creer que tal proceso se pudiera desarrollar de forma ordenada”. “En cierto modo, la eurozona ya está en las últimas. La espada de Damocles seguirá siendo una amenaza, siempre que el crecimiento sea insuficiente como para reducir la tasa de empleo”, resume el experto, que termina con un claro mensaje: “2015 será indudablemente un año decisivo”.