Amargo de Angostura

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Joel Filipe (Unsplash)

La corrección de precios de Venezuela responde a factores políticos del ámbito nacional exclusivamente, lo que queda evidenciado por el hecho de que los precios de los bonos de alto rendimiento a nivel global han seguido subiendo, continuando la tendencia alcista del 2012, y rompiendo la barrera del 6%, considerada hasta hora un mínimo histórico para ubicarse a niveles de 5,65%. ¿Cuándo se detendrá el rally global? Nadie lo sabe, pero por ahora la evolución de la deuda venezolana es un tema doméstico.

Sin ánimos de entrar a discutir el quehacer político de las últimas semanas, no podemos menos que mencionar el hecho de que los inversionistas internacionales están esperando cambios en la conducción económica del país que respondan en muy corto plazo al déficit fiscal que ronda el 16% del PIB. Mientras no se defina el panorama político, los bonos venezolanos tendrán enfrente una fuerte barrera que les impide incorporarse a la tendencia de precios de su familia de activos en el ámbito internacional.

La corrección sufrida hasta ahora es relativamente modesta, considerando los movimientos de precios a los cuales nos ha venido acostumbrando la deuda venezolana en años recientes. La explicación de este fenómeno es muy simple: demanda represada. Ben Levishon, columnista del semanario Barron´s señaló en fecha reciente que de los 62 fondos mutuales de mayor participación en bonos de mercados emergentes, 42 de ellos tienen títulos venezolanos, y entre estos, 27 los poseen en rangos que oscilan entre 4% y 15%.

El tamaño global de la deuda latinoamericana denominada en dólares, incluyendo soberana y corporativa, es del orden de 800 millardos de dólares de la cual Venezuela representa un poco menos del 10%, pero dados los altos rendimiento de ésta en un mundo de tasas bajas, donde todas las variantes de activos de renta fija que cotizan en dólares han alcanzado rendimientos mínimos históricos terminan siendo imprescindibles. Por lo tanto, cada vez que se produce una corrección de los precios de esta deuda aparece una oportunidad de compra para los fondos de inversión.

Toda cartera de bonos emergentes que necesite potenciar sus rendimientos no puede dejar de lado la deuda venezolana. Adicionalmente, al ser unos títulos muy volátiles cuyos precios, como en el caso de cualquier bono responden a factores locales y globales, han empezado a ser utilizados también como vehículos para apostar a la volatilidad del mercado de deuda.

Es decir, luego de una gran corrección donde todos los títulos caen, como sucedió en algunos episodios críticos de la deuda soberana de la Eurozona, los especuladores buscan oportunidades para aprovecharse del rebote de precios, y son los títulos más volátiles los que más rebotan, y allí los venezolanos lo hacen muy bien.

En una perspectiva más amplia los papeles venezolanos terminan siendo como el Amargo de Angostura, imprescindible en una enorme variedad de cocteles recomendado en muy pequeñas dosis, aunque siempre hay a quien se le pasa la mano.