Actualización del Amundi Funds Bond Global Aggregate: valor relativo en deuda soberana, múltiples oportunidades en divisas y positivos en crédito

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Foto cedida

El Amundi Funds Bond Global Aggregate afronta su octavo año de vida con un patrimonio que ya asciende a los 6.500 millones de euros. Este fondo, bajo la batuta de Laurent Crosnier desde 2014, es una de las propuestas de Amundi a sus clientes para poder afrontar el entorno actual de renta fija desde una perspectiva lo más global y diversificada posible. El producto ha generado una rentabilidad anualizada del 11,28% desde su lanzamiento, con un tracking error del 4,5%, y se ha situado en el primer cuartil de su categoría a uno, tres y cinco años. Adrian Bender, especialista de producto de Amundi (en la imagen), ha viajado recientemente a España para explicar las últimas actualizaciones de la estrategia. 

Bender comienza su disertación afirmando que “hay un montón de métricas en juego” que se están teniendo en cuenta a la hora de gestionar. En primer lugar está la rotación de los inversores desde depósitos a fondos, una dinámica que va a seguir sosteniendo la demanda de bonos. En contraposición destaca el gran descenso de los tipos, lo que sitúa a los inversores que quieren poner su efectivo a trabajar en una situación más compleja debido a los tipos negativos de la deuda. A esto se debe añadir, como observa el especialista, que muchos inversores se han vuelto muy sensibles a cualquier riesgo a la baja: “Ha desaparecido la capacidad para absorber pérdidas, la gente está menos dispuesta a perder un -1% o un -2%”. En opinión de Bender, “la rentabilidad de los bonos no refleja ni el crecimiento global ni la inflación”. 

Tradicionalmente, el Amundi Funds Bond Global Aggregate ha centrado su búsqueda en soluciones flexibles en tres ámbitos: los tipos, los diferenciales y las divisas. En el entorno actual, el equipo ha optado por centrarse “menos en la cantidad y más en la calidad de la rentabilidad”, indica el especialista. Por calidad se refiere a una cuidadosa selección de los activos más líquidos y que presenten un reducido potencial de caída, así como una estrecha vigilancia de las correlaciones de los distintos activos presentes en cartera. Fruto de estos esfuerzos, actualmente el fondo presenta una correlación de tan sólo el 0,05% respecto a su índice de referencia. 

Posicionamiento actual

Los principales temas macro que refleja la cartera de este fondo son el desafío de la rentabilidad negativa, la significativa dispersión entre regiones de la deuda corporativa y la abundancia de oportunidades en el mercado de divisas. A partir de estos temas macro, los expertos han implementado su visión sobre cuatro campos. 

En primer lugar, en relación con la renta fija global, se han detectado varios factores que son negativos para la renta fija y que pueden tener impacto especialmente entre los bonos de menor duración (2 y 5 años): la recuperación de la actividad en EE.UU. es negativa para los mercados globales de bonos; la rentabilidad negativa de la deuda alemana genera riesgo asimétrico dadas las políticas de reflación del BCE; y finalmente, Japón parece igualmente de comprometido con su propio proceso de reflación. 

Como resultado, la cartera infrapondera duración y apuesta por estrategias de valor relativo: largos en deuda australiana (por la posibilidad de QE) y cortos en deuda estadounidense, británica y japonesa; largos en la periferia frente a la deuda alemana y, dentro de la curva estadounidense, cortos en el tramo de dos y cinco años y largos en bonos a 30 años. “Ahora hay una necesidad mayor de generar una mayor apreciación de capital, por lo que se está poniendo más énfasis en el valor relativo para ampliar el universo”, comenta el experto. Bender indica asimismo que, si bien se ha reducido la exposición global a renta fija, no se llega a infraponderarla porque en la firma creen que todavía se va a extender el rally de los bonos debido a factores técnicos. 

La visión sobre deuda corporativa es más optimista, con preferencia por la deuda de empresas europeas. Los factores a favor de esta decisión son que la rentabilidad de la deuda corporativa es más atractiva que la deuda soberana, que los balances son robustos, que el crédito europeo presenta además valoraciones atractivas (aunque indican que la deuda corporativa estadounidense está recuperando atractivo) y, para acabar, que también existen oportunidades en la parte baja de la estructura de capital de las compañías, a través de la inversión en deuda híbrida y subordinada. Sus principales posiciones dentro de esta categoría son, en resumen: largos en crédito, con sobreponderación en crédito europeo y deuda del sector financiero y el regreso a EE.UU. 

Sin embargo, la parte del universo en la que el equipo del Amundi Funds Bond Global Aggregate está encontrando más ideas es en el mercado de divisas. Y eso que Bender indica que se ha reducido la exposición al dólar en los últimos seis meses, aunque siguen largos en el billete verde contra el yen y el euro. Otras ideas presentes en cartera son estar largos en libras contra el euro y el franco suizo o largos en pesos mexicanos y reales brasileños contra los dólares canadiense y neozelandés. Los mantras que siguen en este apartado son, por un lado, que el Banco de Inglaterra seguirá a la Reserva Federal en el camino a la normalización y, por otro, explotar la sobrevaloración de las divisas ligadas a materias primas. 

La última parte de la cartera refleja la visión sobre deuda emergente, que en términos generales es “selectiva aunque constructiva”, puesto que los fundamentales son sólidos, los últimos altibajos han generado nuevas oportunidades, los flujos y el cambio de divisa también añaden valor para los cazadores de rentabilidad y, además, detectan valor de forma selectiva en algunas emisiones corporativas. En este caso, las apuestas emergentes son direccionales, pues están largos en deuda brasileña, mexicana y sudafricana, tanto emergente como corporativa.