Opiniones de las gestoras internacionales sobre las consecuencias de la escalada bélica en Oriente Medio

Israel
Foto: Robert Bye, Unsplash

La forma en la que se desarrollará el conflicto entre Israel y Palestina es, a día de hoy, extremadamente incierto. Y, por lo tanto, la forma en la que responderán los mercados, también lo es. Las pocas gestoras que, por el momento, han opinado de las consecuencias que podría acarrear el estallido bélico en Oriente Próximo coinciden en una cosa: el impacto en los mercados debería ser limitado mientras el conflicto siga siendo local y no se extienda.

Según Vincent Mortier, director de Inversiones en Amundi, y Anna Rosenberg, directora de Geopolítica del Amundi Institute, es marginalmente positivo para los sectores de defensa y petróleo, pero ligeramente negativo para otros, como la aviación y los viajes de larga distancia, dadas las complicaciones para viajar a Israel y sobrevolar la región. “En Estados Unidos, se considera un catalizador para eliminar el riesgo de cierre del gobierno y votar a favor de alguna ayuda adicional para Israel. Sin embargo, el mayor riesgo es para los precios del petróleo, ya que la actual relajación de las sanciones estadounidenses a las ventas de petróleo iraní será más difícil”, afirman.

Los precios más altos del petróleo también pueden afectar la trayectoria de la inflación. Tal y como explican, el conflicto añade incertidumbre a la evolución que siga el índice de precios, que es clave para evaluar las perspectivas económicas de Estados Unidos. “Si la inflación cae como se espera, la Reserva Federal será acomodaticia. Por el contrario, si la inflación no se controla, es poco probable que la autoridad monetaria recorte las tasas, lo que aumentará el riesgo de un aterrizaje forzoso de la economía estadounidense en 2024”.

Las guerras son inflacionistas

Para François Rimeu, estratega senior de La Française AM, la situación en Oriente Próximo es complicada y surge en un mundo ya plagado de numerosos desequilibrios: climáticos, migratorios, diplomáticos entre China y Estados Unidos, vinculados al conflicto entre Rusia y Ucrania, entre otros. “Todos estos desequilibrios favorecen la volatilidad de los mercados financieros durante los próximos meses”, apunta.

El experto recuerda que una guerra es, por su propia naturaleza, inflacionista, y la mayoría de las veces se traduce en un aumento de los precios de las materias primas, lo que podría dificultar aún más la misión de los bancos centrales. Aunque ve poco probable que el conflicto repercuta directamente en la producción de petróleo, sí cree que podría tener un impacto indirecto.

Consecuencias geopolíticas

Por un lado, Estados Unidos ha reducido el nivel de sanciones aplicadas a Irán durante el último año, lo que ha provocado un aumento de la producción de petróleo iraní. “Este incremento se estima en 700.000 barriles/día. Dados los vínculos entre Irán y Hamás, es posible que se reanuden las sanciones estadounidenses, lo que provocaría un descenso de las exportaciones de petróleo por parte de Teherán”.

Por el otro, las esperanzas de que las relaciones entre Israel y Arabia Saudí se normalizaran a corto plazo probablemente han desaparecido. “Estados Unidos lleva meses trabajando en ello, lo que podría haber provocado un aumento de la producción de petróleo por parte de Arabia Saudí a principios del próximo año. Es poco factible que esto ocurra ahora”, subraya.

De acuerdo con Rimeu, también hay que tener en cuenta que este conflicto podría modificar la agenda política del Capitolio. “Las discusiones entre republicanos y demócratas sobre el apoyo a Ucrania han sido difíciles en los últimos meses y es probable que se compliquen aún más si el Gobierno estadounidense tiene que arbitrar entre el apoyo a Israel y a Ucrania”, concluye.